Debo reconocer que la política ibicenca me parece aburridísima por previsible, de perfil bajo, poco original y muy vulgar, seguramente resultado del perfil intelectual de los que la ejercen. Son claramente insuficientes las notas de humor en la sociedad ibicenca. Recuerdo con añoranza aquellos días en los que, por ejemplo, Esperança Marí acusaba al PP de politizar la educación (los pájaros disparando a las escopetas) o cuando le dio por polemizar y filosofar en plena crisis económica sobre algo tan trascendente como si la flauta ibicenca debe ser de resina o de baladre, o cuando afloraban día sí, día también, estudios sufragados por todos que sentenciaban que «Ibiza vive del turismo», que «las cabras de Formentera son primas hermanas de las de Ibiza» o que «en Ibiza hay riesgo de incendios». O aquel día en que se presentaron los carteles electorales y alguien confundió a Vicente Serra (ni una mala palabra ni una buena acción) con un actor secundario de la saga ´Crepúsculo´ en plena aparición mariana y con música de Bob Marley de fondo. Esos fueron grandes días, geniales, pero lamentablemente se repiten poco.

Como consecuencia de esta falta de originalidad, suelo leer únicamente los titulares de las noticias y las cartas al director y artículos de opinión, que es, sin lugar a dudas, la parte más divertida del Diario. La del día 6 de este mes, concretamente, fue de traca. Parecía imposible, pero al final el monotemático opinador Bernat Joan ha conseguido superarse. Ha conseguido colar un artículo en el que relaciona directamente el consumo de estupefacientes con la libre elección de lengua en los colegios: «Quan s´ataca la llengua catalana o se´n rebaixa l´estatus a consciència, per qüestions merament ideològiques, s´està adobant el terreny perquè l´efecte de les toxicomanies, i d´altres elements propis de la desestructuració, sigui més devastador».

Asocia sentencioso la drogadicción con el uso de la lengua española. Insisto, ha conseguido establecer una relación directa entre la libertad de los padres a elegir la lengua en la que quieren que sus hijos estudien con la toxicomanía y la desestructuración de las familias. Probablemente sea una de esas bromas a las que nos tiene acostumbrados, y yo así lo tomo, de forma que pido a las asociaciones contra la drogadicción, a las familias y a las personas que estén pasando por tan duro trance que, por favor, suelten el Diccionari Barcanova de la Llengua ahora mismo y que devuelvan a la librería los vendidísimos ensayos filológicos de Bernatágoras, gran político y pensador, prestidigitador de las palabras y funámbulo de las urnas, que probablemente no sea esa la solución a sus problemas, y que le disculpen por frivolizar con temas así, que en su día fue eurodiputado de izquierdas, y recuperar la sensibilidad y el sentido común no es cosa de dos días.

Dicho eso, y ahora que imagino que estaremos en otra de las pesadísimas huelgas de la llamada comunidad educativa, sobre todo a la facción catalanista recordarle que deberían ser un poco demócratas, solo un poco, y respetar la voluntad de la gente que ha votado en su mayoría a favor de aquello contra lo que ellos se manifiestan, y que tomen nota de la actitud de uno de sus guías espirituales, don Bernat, que ha sido capaz de vincular de manera graciosísima a los heroinómanos y a los toxicómanos en general con los castellanoparlantes. Disculpen, pero voy al servicio, que no puedo más de la risa.