Nadie debe oponerse a la defensa de una mujer maltratada. Ni a la de un hombre. Zapatero simuló ignorarlo con una ley de violencia de género que presume la culpabilidad de una parte y la inocencia de la otra. En 2008 el Consejo General del Poder Judicial recopiló 142.000 acusaciones contra hombres: el 13% acabaron en condena. ¿Y el otro 87%? La mujer solo necesita denunciarlo y el hombre va a prisión 48 horas. La juez decana de Barcelona, María Sanahúja, avisa a quien no conoce de primera mano a hombres víctimas de abusos de mujeres vengativas que manejan la ley no para protegerse sino para agredir. No es única en denunciar una situación frecuente y escandalosa propiciada por una ley que se ha demostrado inútil: de 48 mujeres asesinadas por su pareja en 2004 se pasó a 69 en 2008; hay más mujeres maltratadas y tres millones de adultos y niños han sufrido por esa ley del PSOE.

Revela un psiquiatra forense la habitual asociación de la denuncia de malos tratos con un proceso de divorcio: «El objetivo es clarísimo, se bloquea la posibilidad del hombre de ver a los hijos y de volver a casa y se le convierte en un generador de dinero para ella». Según esa ley, dice Sanahúja, «la palabra de una mujer en España equivale a la verdad, existe la presunción de veracidad de la denunciante y se produce una conculcación de derechos porque el hombre denunciado debe demostrar que es inocente; se dictan órdenes judiciales automáticamente y en la práctica policial y judicial se produce el atropello de derechos fundamentales: en la duda, existe la presunción de culpabilidad y se detiene sin pruebas ni evidencias; la ley ha sido un fracaso, no solo no ha mejorado la situación sino que la ha empeorado, hay más mujeres maltratadas y además estamos maltratando a miles de niños y adultos, padres, abuelos y abuelas...».

La ley sancionó, conforme a la ideología de género de moda, el machismo agresivo culpable en cada hombre, lo que es falso sobre calumnioso. Poco es para la inefable vocera del PSOE Patricia Abascal: ha descubierto que «con la crisis los hombres son más agresivos». También vemos en Ibiza a la consellera Mercedes Prats apoyar que la directora de la Oficina de la Dona, Olga Guerra, incite a las mujeres a verse «víctimas de maltrato psicológico cuando hay gritos» y «denunciarlos porque se puede demostrar». Ya se sabe que Mercedes no grita nunca, y menos Olga. Pero oigan a María Sanahúja: «Les están diciendo que la primera vez que alguien les grite salgan corriendo a denunciarlo; que un ´te vas a enterar´ es un delito castigado con meses de prisión en el Código Penal». En la escapada hacia delante promovida por activistas y políticos acríticos, el cúmulo de denuncias falsas en los juzgados retrasa la solución de casos graves reales, dice Sanahúja. El principal beneficiado a río revuelto resulta el maltratador y la principal víctima, otra vez, la maltratada.