Me parece admirable cómo la anterior alcaldesa de Ibiza, la señora Lurdes Costa, tiene una capacidad tan inmensa para interpretar a los demás. Conocía los gustos que tenía la exalcaldesa por descubrir el mayor número de lugares del mundo, pero desconocía plenamente la capacidad artística de interpretación que tiene al decir públicamente que los concesionarios ahora sí aceptamos ir a la estación. O la interpretación que hace del oscurantismo de los datos y nuestra negativa a que exista un control del transporte público.

Para ser claro, porque yo no soy actor ni especialista en interpretación, le explicito a la señora Lurdes Costa que desde hace mucho tiempo las empresas concesionarias de transporte regular de la isla de Ibiza aportamos todos los datos de pasajeros transportados en cada una de las líneas de forma anual, trimestral y ahora mensual, como no podía ser de otra manera, junto con una auditoría económico-financiera de la concesión.

Lo que me resulta patético es que un político, en su ejercicio público de representación, tenga que faltar a la verdad constantemente para tapar sus propias miserias, errores e ignorancia. Para volver a ser claro, y que se entienda claramente y sin interpretaciones, le informo que las empresas concesionarias hemos estado, estamos y estaremos en contra de esa estación durante toda nuestra existencia. Es una porquería de estación, una ratonera. Un agujero peligroso, inoperativo, y que ni usted ni su antecesor supieron legalizar mientras gobernaban. Por eso debería estar terminado y abierto desde 2007 y sigue cerrado. Y esta es la realidad, no interpretaciones.

Para seguir siendo claro, si cree que existe algún oscurantismo en nuestras compañías, le invito y ruego que acuda hoy mismo a un juzgado y nos denuncie como representante política de la sociedad. Pero si no tiene prueba alguna al respecto, debería dejar de interpretar, porque todo tiene límites en esta vida y el esfuerzo de nuestras empresas y nuestros trabajadores por ofrecer un óptimo transporte en la isla no dejaremos que lo difame gratuitamente, y entonces seremos nosotros quienes contrataremos abogados.

Patético es la palabra que definiría su talante y talla política, al tener que interpretar y faltar a la verdad para justificar una estación que tiene miles de irregularidades en su concepto, su diseño, su construcción, etc., por tapar las chapuzas de uno echándoselas a los otros, distorsionando la realidad descaradamente. Solo tiene la definición de patético.

Siga usted viajando, que la sociedad ibicenca se lo agradecerá.