A Ibiza vienen mucho de Barcelona a decir lo que hay que hacer. Vino ahora un psicólogo a prevenirnos de que hay por aquí unos «sectarios de sanación alternativa» y de cómo deben neutralizarlos el Colegio de Médicos y el de Psicólogos. Quizás en Barcelona no haya curanderos, pero caraduras que aprovechan la credulidad de la gente en asuntos de salud, dinero y amor los hubo siempre en todas partes. Los médicos habrían sido reprobados como brujos, antes de que la medicina científica los hiciera más eficaces y menos mortíferos, de no ser por la misma razón que perpetúa a los brujos: el poder curador de la naturaleza, el efecto placebo y que la gente necesita creer en algo.

Sigue habiendo médicos y psicólogos que saben venderse y otros que no, y no suele depender de su saber, que hasta puede ser una rémora. Y hay magos y adivinos que venden bien y otros que no venden y cierran. Mi amigo Tolo alquila un piso en Mallorca a una adivina que recibe a lo mejor de la política y la banca nacional. Que les ilumine tal señora concuerda con la situación a que nos han traído. Un día la hija de Tolo perdió la llave de la casa y, para no disgustar a su padre, acudió a la adivina para que la localizara. Tolo lo cuenta muerto de risa, pero su inquilina nunca tiene problemas para pagar el mes, porque sus selectos clientes no le pierden la fe.

La gente, con el descrédito de miasmas y fantasmas, cree ahora en lasers mágicos, ondas electromagnéticas cancerígenas o plásticos de colores. No hay quien les demuestre lo contrario, y como mayor daño se empeñan en cortar la luz a las antenas de telefonía y dejarnos incomunicados.

España destacó por el buen sentido cuando la caza de brujas mientras en el Languedoc, Suiza, Escocia o el este y norte de Alemania las quemaban a miles. La Inquisición española e italiana frenó las ansias crematorias de pueblo llano y mandamases locales e impidió sus excesos. No vayamos ahora a enmendar la plana a la Inquisición exterminando algo que no parece exterminable. La ciencia describe como histeria colectiva en el siglo XX cosas que en las circunstancias del XVI y XVII hubieran podido acabar en arrebatos de caza de brujas. Y si cierto es que la autoridad no aplica la ley a los farsantes, también lo es que, visto lo que vende y sus secuelas, a algún psicólogo colegiado podría incluirlo entre aquellos.

Es un hecho que la Asociación de Psicología Americana, paralelo al aumento del número de psicólogos, ha admitido en la profesión recursos que se contaron siempre entre las prácticas mágicas. En cuanto a los colegios médicos, hace mucho que son inoperantes, un lastre que obliga a que haya sindicatos médicos que los suplan para defender los intereses de los profesionales.

Magos y brujas tuvieron siempre su papel en la sociedad, y que viven de la incultura de la gente lo desmiente su clientela, en cuyas colas se ven abogados del Estado junto a la vecina analfabeta.