Tantos días de esfuerzo y de llamadas, de reuniones y de charlas, para que al final la campaña a presidente del PP de Eivissa te la acaben haciendo Abel Matutes y un gato cantarín. No volveré a hablar del mal fario que persigue a Pepe Sala porque ya le dediqué una columna entera al asunto, pero me reafirmo en lo que dije, y es más, pienso que no es que le haya mirado un tuerto como sostenía entonces, sino que no hay un guerxo en la isla que no le haya echado el ojo chungo. No quiero presumir de adivina, pero yo ya sabía que el congreso lo iba a ganar un candidato cuyo apellido empieza por S y acaba por A. Es lo que tiene ser una fina analista política. He de confesar, sin embargo, que un día antes de las votaciones, hojeando el Diario, me llevé un sobresalto: «Le toca los testículos al bajar del avión», «La emprende a cuchilladas con dos amigos». Pero cómo –me dije– ¿ya ha empezado el congreso de los populares?, ¿no era mañana? Me había confundido y estaba leyendo la página de sucesos, donde también corre la sangre.

Cuando el lunes conocí el ajustado resultado que dio la victoria a Vicent Serra frente a Sala y los supervivientes del Jurassic Park pensé dos cosas: que para el candidato crítico el apoyo de Abel Matutes había sido como el abrazo del oso y que por muy amiguito del alma que sea del senador, el imputado José Juan Cardona, si de verdad quería ayudar a su camarada, hubiera hecho mejor quedándose en su casa ese día. También pensé en el pobre gato sin votos que fichó Pantaleoni, ese que ha vivido días de gloria en Facebook y que ahora está triste y azul, como cantaba el gran Roberto Carlos. Lo malo no fue el canto chirriante del minino, sino que acudieron a votar a Sala cuatro gatos y que encima quien se llevó el gato al agua fue el contrincante, Vicent Serra.

Lo cierto es que el partido que nos gobierna está más dividido que las familias de ´Juego de Tronos´, donde a la que te descuidas ya te ha arrancado la cabeza un primo segundo, un cuñado, o tu propio hijo. Veo que Vicent Serra (que puso a su mujer a repartir flyers) anda muy crecido tras la victoria en la que muchos de los suyos no confiaban y habla de unidad y otras zarandajas, pero yo de él no le daría la espalda ni al bedel del Consell, por si siguen volando los cuchillos. Serra y los suyos (¿serristas, serranos, serruchos...?) tienen que andarse con mucho ojito por el terreno minado que es su propio partido, e incluso las instituciones que gobiernan, si no quieren ver cómo acaban volando por los aires. Sería deseable que los partidarios de Sala (¿salistas, salerosos, salidos?) se calmaran y aceptaran la derrota con deportividad, pero por desgracia un partido político gasta el mismo fair play que el futbolista portugués Pepe. Vamos, que las discusiones se arreglan poniendo la zancadilla o a codazos.

Por si a algunos de los integrantes del sector derrotado les han entrado ganas de fundar otro partido, propongo al gato Tom como mascota y a José Juan Cardona como presidente de honor. De perdidos, al río.