Los institutos y colegios se enfrentarán en septiembre a una nueva prueba de esta gincana del más difícil todavía en que ha convertido Bauzá la educación de las islas, como subir el Himalaya sin sherpa. Sin duda que el presidente busca la excelencia en la educación, pero por selección natural: solo los educadores con los nervios más templados o el corazón más resistente serán capaces de pasar a la siguiente prueba; los debiluchos que no soporten la presión quedarán por el camino. Así, los maestros tendrán que enseñar a leer y a escribir a unos alumnos en catalán y a otros en castellano en la misma clase, donde habrá más de 25 niños; los institutos tienen que cuadrar horarios y asignaturas con hasta 20 docentes menos; los centros tienen que funcionar sin dinero porque la conselleria no paga. Podrían introducir cámaras en los centros para grabar en directo la desesperación de los docentes y retransmitirlo por Ib3, como un Gran Hermano en versión educativa: ´Colegios e institutos al límite: ¿cuántos profesores lograrán sobrevivir?´. Al menos seguro que subiría la audiencia de la agonizante cadena y hasta se podría vender la idea.