A Ibiza siempre que puedo voy en barco, aunque no creo que sea buena idea en los tiempos que corren. Cuanto menos tiempo se esté expuesto a las ocurrencias de las compañías de transportes, mejor que mejor. Por lo tanto, el viaje si breve dos veces bueno. Iré usando el avión que al final sale mucho menos caro.

En una brevísima incursión a Ibiza paso tres días con mi madre, todo el fin de semana, ya a punto de cumplir los 96 años y sigue con la cabeza más clara que nunca. De no ser por una ligera sordera (está sorda como una tapia, pero odia los sonotones y artefactos similares) y por las rodillas desgastadas podría hacer una vida autónoma y plena. Ahora, con la movilidad disminuida, apenas sale de casa si no es para ir a pasear o de compras con alguien que la lleve.

La vida es un proceso y no es un arrebato romántico. Hay quien dice que la vejez es un premio más que un castigo. Puede ser. Al menos es una lección continua: no nos vamos a llevar gran cosa en esta vida, en todo caso lo dejaremos todo. Y de poco nos servirá la soberbia, el orgullo descompensado, la petulancia tan inservible. Al final todos pasamos por este proceso implacable. En cualquier caso, algo tendrá la vejez, piensa el fenicio, cuando en general todo el mundo quiere llegar a viejo.

En apenas unas horas en Vila consigo saludar a Miquel Costa, uno de nuestros editores supervivientes, cuando otros han sobrevivido precisamente por dejar de serlo. Por muchas subvenciones y ayudas públicas que coseche –y lo hace– el editar en Ibiza sigue siendo una aventura azarosa. Por desgracia se edita poco o nada en castellano, pero esto cambiará cuando el catalán deje de estar tan abrumadoramente subvencionado en obras que apenas nadie ve, lee ni escucha. Me llevo ´Corona en el meu record. Memòria d´una altra Eivissa´, que leeré en el barco y en el tren. Qué tiempos, Corona 1935. Me lo da en mano Vicent Marí Costa, el coordinador y realizador de numerosas entrevistas que sirven de testimonio cruzado con las memorias centrales de Pepita Brullas. El libro tiene algunos aspectos interesantes que comentaré en un articulito aparte, pero aviso que yo ya no escribo críticas literarias ni de arte. Que escriban otros. El fenicio sentimental sólo anota y esto ya es mucho.

Paseo fugaz por el puerto, visita a la librería Verdera y subida entusiasta al Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza, que revela en sus sótanos la impresionante ciudadela fenicia descubierta mientras se excavaba la zona para una ampliación. Aunque sabía lo que me encontraría casi exacta, milimétricamente, me emociona ver estos restos. El fenicio se encuentra con la osamenta urbana de sus ancestros. El origen de Ibiza como urbe. Es emocionante. Y creo que las obras han quedado bien, ofreciendo unas sobrias explicaciones y la exhibición de los restos arqueológicos hallados in situ. Otra cosa es lo moderno. Les debo artículo sobre el MAC.

Ya de bajada, saludo a otra institución: Joan Morenu, el cantautor y armero de Ibiza, pacifista a pesar de todo. Me regala ´Trencadisc´, un CD lleno de sugerencias y ecos de nuestra historia. Ya lo he escuchado con agrado. Ibiza sigue teniendo feedback, incluso sin dj ni otras puñetas, clubbers o catalanistas. Y me fui contento, no sin antes haber añorado las dos cervezas que me solía tomar con el desaparecido Xicu Lluy. Quién sabe si algún día nos las tomaremos en alguna ciudad perdida de México o en esta misma isla. Que Baal nos guíe y proteja.