UGT y CCOO se querellaron en el juzgado contra los acuerdos de médicos y Govern porque las centrales sindicales no intervinieron en ese convenio y la ley les concede intervenir, aunque ningún médico les vote. Ahora también quieren estar en lo contrario, en la huelga de los médicos por los efectos que provocó su querella, aunque estos siguen sin votarles.

El objetivo de las centrales es ser indispensables para cualquier transacción entre empresas y trabajadores y así justificar sus privilegios, ya que no pueden por liderato y votos. Es deplorable el proceder hipócrita y antidemocrático de esos sindicatos. El cerdo de ´Rebelión en la granja´ podría simular un nivel moral superior. Además no sabrían colaborar, porque los médicos destacan por huelgas a la japonesa en las que los pacientes que acuden a los servicios mínimos son exquisitamente atendidos según un protocolo exhaustivo. Aborrecen en sus huelgas del terrorismo de piquetes que imponen CCOO y UGT en las suyas.

Pero atiendan las centrales, porque Wisconsin queda lejos de Ibiza pero ha sucedido allí algo que puede afectarles. Los sindicatos pusieron en Wisconsin toda la carne en el asador para echar al gobernador del Estado, Scott Walker, por proponer quitarles la prebenda de que los empleados públicos paguen a la fuerza a los sindicatos. Pero Walker salió reelegido, dio libertad de pagar a los sindicatos e ipso facto los 62.218 empleados que pagaban coaccionados pasaron a 28.785. América espera el contagio del síndrome de Wisconsin, que otros estados sigan el ejemplo y que afecte a la reelección de Obama.

Hay que pensar qué sucedería en Ibiza de ser libres para pagar o no a sindicatos que mantenemos por ley con los impuestos para que chuleen a quienes rechazan su intervención. Ayudado por las centrales sindicales, el Govern añade a la inseguridad jurídica la económica: lo que paga hoy puede reclamarlo mañana, y acuerdos del Govern anterior se los pasa por la entrepierna. La consellera Carmen Castro pide reflexión a unos médicos a quienes baja el sueldo por enésima vez en lugar de pedirla a Bauzá, que disfrutaba esos días en París de la final de Roland Garros, para lo que incumplió su agenda de presidente.

La corrupción se refugia en la perversión de las leyes con la que muchos colaboran a la argentinización del país: no se piden cuentas y se protege a sindicatos explotadores, saqueadores de bancos, políticos inútiles, pensionistas que trabajan en negro, mujeres que hacen de la separación el negocio de su vida, enfermos imaginarios de baja permanente, supuestos parados que explotan al que trabaja y a los parados de verdad. Y amnistían a quien no paga impuestos. A costa de los cuatro que aún trabajan y tratan como tontos porque ellos son muy listos. De propagarse el síndrome de Wisconsin habría que echar cuentas a tanto listillo con una rebelión en la granja.