Los jóvenes socialistas hacen un vídeo, que Diario de Ibiza califica «de tono desenfadado», donde dicen cosas muy raras sobre la caridad. Nino Torre, el secretario general de las Juventudes Socialistas, nos aclara que «una obra de caridad es simplemente caridad». Hijo de la Logse, Nino ignora que la tautología no basta para repudiar el fundamento, mal que le pese cristiano, que tiene la civilización en la caridad que él cuestiona desde hace dos mil años. Él prefiere «la justicia social» porque la caridad es algo «de coña». Puede que Nino no salga de casa a ver la multitud de personas que solo en la isla de Ibiza viven hoy día de la caridad. La utopía de acabar de una vez por todas con la pobreza es recurrente en la Historia que, por culpa de la Logse, Nino no conoce, pero está llena de intentos de instaurar la justicia social desde el Estado excluyendo la caridad. Decenas de millones de muertos por hambruna fueron el siglo XX testigos-víctimas de tal experimento en los países comunistas y todavía se ven los resultados en sitios como Corea del Norte. Porque «queremos justicia, no caridad», es un slogan marxistoide que no por viejo pierde atractivo, pero tiene el defecto de no dar de comer.

Entienden la convicción política estas Juventudes como una rendija desde la que atisban solo aspectos arbitrarios de la realidad que coincidan con su montaje ideológico. Decir que la caridad «son coñas» no muestra excesiva sensibilidad hacia los abocados a vivir de ella, una realidad que la historia ve presente en cada civilización conocida. Pero mucho más en las dictaduras socialistas que proclamaron ese eslogan para justificar sus políticas y lograron empobrecer hasta matar de hambre a infinidad de personas.

La caridad, amar al prójimo, está siempre mal vista por los justicieros, que la ven contraria a la justicia sin percatarse de que la idea de justicia social que les agrada y la caridad tienen la misma base: la noción nacida con el cristianismo de que todos los seres humanos somos hermanos, en una fraternidad universal que nos hace iguales en dignidad y derechos. ¿Por qué?, se preguntarán los hijos de la LOGSE. Y entramos en terreno vedado, porque la igualdad y fraternidad universal parte de que todos somos hijos de Dios y eso es ir demasiado lejos para los que ven frustrarse su plan de sustituir la fe religiosa por la fe en el Estado. Lo suyo es la idea gnóstica recurrente de hacer un paraíso en la Tierra, pero al excluir la trascendencia quedan faltos de caridad y pronto empiezan, cuando por fin consiguen el poder, a ver enemigos por todas partes, saboteadores de su paraíso. Y hacen campos de concentración y fusilan y matan con la promesa de un futuro mejor que nunca hicieron llegar en ninguno de sus ensayos. Lo que siempre traen, los que presumen de «dejarse de coñas de caridad», son dictaduras sangrientas prolongadas a costa de la miseria de sus teóricos beneficiarios.