Una tubería revienta en el colegio Guillem de Montgrí de Sant Antoni y se inunda todo el centro escolar, obligando a suspender las clases. Es la perfecta metáfora de lo que está ocurriendo con la enseñanza pública, que ya andaba renqueante y que ahora, con menos dinero y ningún interés por parte de los actuales responsables políticos empieza a hacer agua por todas partes. La falta de financiación paraliza obras de futuras escuelas, impide la finalización de otras, lastra la necesaria ampliación de algunas y borra de los planes la construcción de muchas. Mientras cientos de niños acuden aún a clases en barracones en Eivissa en pleno siglo XXI, otros ven cómo sus baños cierran por falta de personal de limpieza y los más débiles contemplan cómo sus profesores de apoyo dejan de ser contratados, la isla se despereza del largo y crudo invierno y vuelve a la normalidad estival sin que nadie se preocupe excesivamente por la situación tercermundista de la enseñanza. Entiendo por normalidad que los taxis pirata te reciban en el aeropuerto, que el ensordecedor sonido de la música de discotecas, hoteles y beach clubs impida descansar a los vecinos, que las tarifas del deficiente servicio de autobús se disparen, que se descontrole el fondeo de embarcaciones, que se consuma droga a espuertas, que no haya aparcamiento... Lo de todos los veranos, vamos.

Ya sé que a muchos les interesan más las aperturas de las discotecas que las carencias educativas, pero hay que tener visión de futuro. Piensen los que ningunean las protestas de los profesores que sin buenos colegios sus hijos tendrán menos opciones de llegar a la Universidad y, si no alcanzan a completar los estudios de Economía, por ejemplo, no tendrán ninguna oportunidad de hacerse millonarios a costa del contribuyente. Fíjense sin ir más lejos en Aurelio Izquierdo, un directivo de Bankia que, pese a su apellido, era la mano derecha del que fuera presidente de Bancaja, José Luis Olivas. Este tipo tan fino ha conseguido, gracias a su impecable formación, y a la vez que quebraba la entidad de la que él era uno de los responsables, llevarse crudos 14 millones de euros en concepto de indemnización por pensiones y compromisos de prejubilación (les recuerdo que Bankia tiene unos números rojos de 7.200 millones de euros). Que te den 14 millones por jubilarte no está mal, si tenemos en cuenta que la pensión media no llega a los 800 euros, que viene a ser lo que Aurelio Izquierdo debe gastarse al mes en engominarse el cabello. Por eso, amigos lectores, es tan importante que nuestros hijos tengan una formación acorde con la de los banqueros. Solo así conseguirán de mayores codearse con tipos de educación exquisita capaces, sin despeinarse, de robarnos a todos en nuestras propias narices, en las del Banco de España y en las del Gobierno, dejarnos el marrón de la quiebra de la entidad bancaria más grande del país, hacer que sus desmanes los paguen los ciudadanos, irse de rositas y encima abandonar el barco que se hunde con millones de euros de premio.

Adquirir una buena educación no tiene precio; para todo lo demás, Bankia.