El cambio climático sucede con o sin nuestra ayuda. Las fluctuaciones caóticas en los sistemas de circulación atmosféricos y oceánicos provocan cambios en la nubosidad, y eso es suficiente como causa del cambio climático. Aún sin contar con influencias ´externas´, eso es todo lo necesario para causarlo. Esto es muy fácil de ver para los meteorólogos, porque entendemos la complejidad de los procesos climáticos. El meteorólogo de su televisión local es probablemente un absoluto escéptico sobre la influencia humana en el clima». Eso dice Roy W. Spencer, medalla de la NASA por ´Avances Científicos Excepcionales´ para monitorizar la temperatura global por satélite. Pues el jefe del Centro Meteorológico de Balears, Agustí Jansà, lo ve muy distinto en Diario de Ibiza: es la humanidad y sus emisiones quien provoca un cambio climático que traerá una fortísima subida de la temperatura en las islas con peligros de toda índole, sanitarios, económicos y naturales, para sus habitantes. Según Jansà peligra el turismo con veranos tórridos, y además ya no tiene remedio el cambio climático porque es consecuencia de las emisiones que empezaron hace décadas; solo podemos ralentizarlo si cambiamos nuestras costumbres domésticas y las de las empresas.

Si son llamativas diferencias de criterio tan radicales en temas científicos, más lo es descalificar con coces en lugar de argumentos: una «minoría ignorante» son los disidentes. Entre los ignorantes está el físico de Princeton William Harper, que asegura que «los modelos computerizados del IPCC de la ONU exageran enormemente los efectos del CO2 sobre el clima y que el CO2, de hecho, puede ser beneficioso. La falta de calentamiento estadísticamente significativo en la pasada década ha puesto difícil al IPCC demonizar el CO2, que no es un contaminante sino algo esencial para la vida, que se desarrolló en la Tierra durante cientos de millones de años con niveles de CO2 muy superiores a los actuales. Las plantas cultivadas crecen mejor y resisten más la sequía con niveles elevados de CO2, y los países con acceso a energía a base de quemar fósiles son más prósperos y sanos que los que no lo tienen. Tanto aviso de las terribles consecuencias de la actividad humana confunde, pero las ominosas predicciones de los modelos computerizados del IPCC y los cambios reales del clima no coinciden».

Lo que sí dominan los alarmistas es la venta de su producto en los medios. Y las subvenciones, tras lograr que sus tesis sean las políticamente correctas y ortodoxas. Y el vendernos la salvación si modificamos nuestra conducta. Pero si la ciencia dependiera de mayorías, habría abortado con Galileo. Confunden al dogmatizar ciencia con un convencimiento religioso en vez de dudar de sus verdades definitivas cuando los datos los contradicen, la actitud más contraria a una ciencia que progresa porque es capaz de dudar hasta de Einstein.