Vale que los mallorquines se queden con la mayor parte del pastel del dinero que llega del Estado; vale que tengan diez veces más conexiones aéreas que nosotros; vale que hagan unas ensaimadas para chuparse los dedos; vale que cuando nieva, nieva más; vale que ellos tienen a Rafa Nadal y a Jorge Lorenzo; vale que cuenten con un equipo de fútbol en Primera; vale que dispongan de mejores infraestructuras; vale que el dinero para el transporte se lo gasten ellos en trenes; vale que la Familia Real veranee allí; vale que Urdangarin pase el fin de semana declarando en sus juzgados; vale que digan Ervissa en lugar de Eivissa, vale hasta que nos ignoren. Se lo perdono. Pero que ahora los mallorquines dejen el río de Santa Eulària a la altura de un mísero torrente, ¡por ahí no paso!

Si es que desde que en 2006 los científicos negaron que Plutón fuese un planeta del sistema solar y lo rebajaron a la categoría de un asteroide gordo no he vuelto a levantar cabeza. Ni siquiera cuando la Unión Astronómica Internacional (UAI) lo incluyó en la clasificación de «planetas enanos» en un intento vano de ser políticamente correctos, como si no hubiera roto el corazón de varias generaciones que recitábamos de carrerilla aquello de Mercurio, Venus, Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, al igual que nos sabíamos de corrido los nombres de la familia Telerín: Cleo, Tete, Maripí, Pelusín, Colitas y Cuquín.

Son ahora otros desalmados, los redactores del Plan Hidrológico de Balears, quienes han acabado de un mazazo con siglos de ilusión, reduciendo a torrente lo que toda la vida de Dios ha sido un río. ¡Y el único de todas las islas! Qué mala es la envidia. ¿Se imaginan que en Eivissa despreciáramos su torrente de Pareis y dijéramos que no es más que un mísero charco? Vale que hace tiempo que por el cauce no corre el agua pero eso no quita para que cumpla todos los requisitos para ser un río con todas las de la ley. He consultado esa fuente de sabiduría que es el diccionario de la RAE y lo dice bien clarito: «Río: corriente de agua continua más o menos caudalosa que va a desembocar en otra, en un lago o en el mar». Así que no hay duda. El de Santa Eulària es un río, pelín seco en las últimas décadas tengo que reconocerlo, con todas sus letras. Leo que el Ayuntamiento de Santa Eulària va a presentar alegaciones para que esta fechoría no quede impune. Faltaría más, ponerse a cambiar ahora el nombre del pueblo en todos los documentos por el de Santa Eulària des Torrent.

Vicent Marí, el alcalde de la localidad torrentera, podría invitar al flamante Can Planetes a los políticos mallorquines (a los populares de ahora y a los progresistas de antes, que fueron quienes aprobaron el documento) y mostrarles con todo lujo de detalles cómo era la vida cuando la explotación turística no había secado el río y el agua bajaba fresca y ruidosa regándolo todo. Redactores del Plan Hidrológico, los ibicencos tragamos hasta con ruedas de molino, pero el río no se toca.

Y que sepan que en Can Planetes faltan acémilas.