Al explicar los políticos por qué no encuentran trabajo cuando caen del poder, la razón más inconsistente la da Miquel Ramón: «No hay trabajo. No se hace una puta casa». Ramón, que desde el poder planeaba que no se hagan casas en Ibiza, sufre porque no se hacen casas cuando vuelve a la vida real. Pero no es el único que fuera del poder descontrola su vocabulario: ¡cojones!, repite Tarrés al periodista con una riqueza de vocabulario mejorable en un expresidente que además es ´desertor de la tiza´, como tildan en su gremio a los muchos maestros pasados a políticos. Los demasiados años de Tarrés sin alumnos no le eximen del derecho del vecindario a que sus representantes se expresen con cierto nivel. Él mismo dice que le parece «feo jugar con los sentimientos y las necesidades de la gente», mientras se permite en la entrevista «dar hostias» y citar a Jesucristo con una ligereza que podría ofender los sentimientos de los creyentes, aunque alguno da por descontado que esos no tienen derecho a que se les respete.

El periodista lo enfrenta luego a la contradicción de querer que gane el mejor y apoyar cupos femeninos. Desde que se les ocurrió lo de la paridad, la progresía profesa fe en su descubrimiento sin dejar de predicarnos que «las mujeres son tan capaces o más que nosotros», como si los demás lo ignorasen. Ignoran ellos que un cupo de mujeres humilla a la mujer que siendo capaz entra por cupo y perjudica a la sociedad y a todas las mujeres cuando una incapaz entra por cupo, como pasó en el anterior Consell y pasará con seguridad mientras se den cargos según los atributos sexuales. Ya es contradictorio que defiendan un cupo femenino los que se hacen un lío tremendo con lo del género y sostienen que el sexo da igual y no tiene importancia ni validez.

Pide transparencia Tarrés mientras se dice frustrado porque funciona la grabadora del periodista. Pero esa grabadora descubre un pensamiento («nadie lo ha querido ver», «es todo una mentira», «nadie me quitará de la cabeza que hice una buena gestión») al límite con lo paranoide, predecible por desgracia para un alto porcentaje de políticos expulsados del cargo. Porque culpar o justificarse en los otros es habitual en el político, como hacen los del PP que gobiernan San Antonio: se suben su sueldo cuando nos lo bajan a todos porque en san José pagaban más. Es la ejemplaridad vuelta del revés. Les importa un pepino que la gente esté de verlos concederse privilegios hasta donde dice Tarrés. Agustinet también reclama, al perder la alcaldía, dedicación exclusiva con sueldo. El problema es que cuando los políticos no ganan el dinero como todo el mundo, es todo el mundo quien tiene que ganarlo para ellos. Es contradictorio que todos los partidos hagan como si no lo supieran, con lo transparente que sería publicar, ya que los pagamos, los ingresos de tanto político que vive en la isla a costa del erario.