Lamenta en una sentencia el juez Santiago Pinsach que una madre de Formentera adolezca de falta de valores y buenos patrones de conducta y denuncie con falsedad al maestro de su hijo. Hay padres que parecen desheredados de educación y valores, no saben distinguir lo que está bien de lo que está mal, son indulgentes con los hijos y asumen que el niño haga lo que quiera en la escuela donde debe aprender a refrenar sus impulsos. Crecidos sin respeto a sus mayores y sin ideas sobre cómo criar a sus hijos, a no ser la vaga noción de no imponerse ni reprimir, consiguen que el juez sentencie sobre las consecuencias de que la sociedad fallara con ellos antes que ellos con sus hijos.

No cabe duda de que si los padres no son educados no pueden transmitir a los hijos lo que no poseen. Hay quienes abusan de la ley para aliviar sus propias frustraciones y se permiten vengar sus fracasos sobre personas inocentes sin otra razón que su rabia e incivismo incontrolados, con el objeto de perjudicar el buen nombre del otro. El juzgado rebosa de acusaciones ruines o definitivamente cínicas que acarrean oprobio a maestros, médicos o a cualquier servidor público. Que el autor de tal bajeza tenga garantizada la inmunidad legal de su fechoría junto al seguro daño a su víctima clama contra la justicia.

No somos originales en esto. El Gobierno británico tiene planes para dar clases a 50.000 padres como comienzo de un ensayo nacional. Esas familias recibirán clase en áreas como comunicación, aprender a escuchar, manejar conflictos, disciplina y poner límites a sus hijos. Es de esperar que quien corresponda en las Pitiusas organice esas clases de adultos y encuentre profesores que tengan respuestas para poder darlas. Gente consciente del problema como el juez Pinsach podría fomentarlas: el juez Calatayud, al que citan los indignados con la madre formenterense, aclaró en su charla en el Club Diario de Ibiza que sobran leyes en este país para poner en marcha cosas así. Él mismo las practica con gran éxito. En nuestras antípodas, Sir Peter Gluckman, jefe de la asesoría científica del Gobierno neozelandés, alerta a los padres sobre un estudio de 1.000 niños nacidos en 1972-73: enseñar autocontrol al niño ya desde los 3 años puede formarle para una vida sana, económicamente más rica y libre de crímenes. Ver cómo actúa un niño hasta los 11 años de edad «prevé significativamente» su salud física, la adicción a alcohol y drogas, sus finanzas personales y su conducta criminal como adulto. Un niño con pobre autocontrol es más probable que fume a los 15 años y obtenga peores calificaciones, y ellas tienen un riesgo mayor de embarazo adolescente. Todo esto lo resumíamos antes como ´el arbolito, desde pequeñito´, pero en los tiempos que corren hay que acudir a la ciencia para defender lo que hasta hace nada se llamaba sentido común.