La habitual exhibición de discordia de los que en Ibiza se catalogan como izquierda, ante las elecciones al Senado, obliga a repensar en qué manos estuvimos durante cuatro años. No solo por la secuela natural de ruina económica que dejaron sus peleas y personalismos.

En dos ocasiones tuvieron el poder y honraron su fama de jaula de grillos a fuerza de gresca y cuotas de poder impermeables o enfrentadas entre sí. No aclaran por qué se piensan de izquierda, y es enojoso que la crean de su propiedad cuando el único ideal común que lucen es desear el poder para partírselo en lotes. Les distingue una imprecisa aura de progresismo que cobija ecologismo, catalanismo, nacionalismo, permisividad en lo que no toque a sus dogmas y, ante todo, la explotación del descontento con el PP. Si el momento político no deja explotar la cantera de una etapa de usos y abusos del PP en el poder, no hay tema que les una.

Pasó su etapa romántica, ya no son veinteañeros, el ecologismo chocó con la realidad e intereses de los ibicencos, con la ayuda impagable de los fundamentalistas que catalogaron cada mata del bosque ibicenco. Ni pueden volver al gamberrismo con que destruían señales de tráfico y rótulos en castellano. Los que quedan de ExC («cuatro gatos» les llama en el Diario digital un votante desilusionado), rompen la baraja para ir solos a las urnas como EU. Por siglas que no quede. ENE se percata de que cabe en un despacho: «Queremos salir más de Vila». Nos intervinieron desde Vila y no se disculpan por ordenar la isla como Francia diseñó media África, con un tiralíneas desde París. Sin contar con habitantes ni propietarios de lo que intervenían. Ellos saben más que la gente, con la que no cuentan y que tampoco les vota.

Pero estos movimientos pueden tener impacto político incluso si no valen mucho moral, intelectual o incluso numéricamente. Por eso es buena noticia que ERC se presente sola a elecciones en Ibiza. Puede ser conmovedor contar sus votos y confrontarlos con la influencia real que ejercen en los pasillos del poder, tras explotar el voto socialista para obtener lo que solos no consiguen. La declaración de ENE, que quieren «acercarse más a la sociedad», admite con ingenuidad su presunción de que ellos saben y dicen lo que debemos hacer, contra lo que se espera de la política: que ayude a realizar las aspiraciones sociales. Ellos lo ven al revés: la gente debe practicar sus conjeturas de despacho. Así mantuvieron el bosque a disposición del fuego y una desconexión total entre las normas y la realidad de la construcción en la isla. Entienden la política como un melodrama, una relación entre amigos y enemigos, una obsesión por tomar parte en la lucha por su vaca sagrada, el poder. Pero solo los une el PP, y como hoy no está por la faena, se declaran derrotados de antemano.