El avión llevaba un par de horas de retraso. Habíamos vivido una semana intensa en Madrid participando de la Jornada Mundial de la Juventud. En el mismo avión leo en el periódico que en Londres ha sido presentada una escultura de Lorenzo Quinn, titulada ´la mano de Dios´.

Una escultura sobre la búsqueda de Dios, una obra hecha de aluminio que mide cuatro metros de largo y pesa 400 kilos. Representa a un hombre pensativo que descansa sentado en una enorme mano. Como comenta una crítica de arte: «Esta escultura es un claro ejemplo de la relación entre lo real y lo trascendental. Trata sobre la búsqueda de una vida espiritual».

Tenemos tantas oportunidades en nuestra vida de encontrar ´la mano de Dios´... Los que hemos vivido el encuentro de jóvenes con el Papa hemos degustado de esta presencia de Dios. Miles de jóvenes en búsqueda de Dios. Y su presencia en gestos, palabras y miradas en las calles de una urbe como Madrid. Sin olvidar el sufrimiento de tantas personas, como nuestros hermanos de Somalia o de tantos otros que se hallan en países que sufren conflictos armados, que viven, como el hombre de la escultura de Lorenzo Quinn, en manos de Dios, apoyados en una mano que sostiene a todos aquellos que confían en él.

Pocos días después, en el barco de Formentera, una conversación: «Sabes, cuando el Papa Benedicto XVI estuvo en la ciudad de Barcelona mi hermano soñó que el Papa le decía que le podía curar de su enfermedad. Él no lo creía, pero se curó. Ahora no sabe qué hacer». Yo tampoco, pero solo decirle: cree, confía, sigue en manos de Dios.

Hoy celebramos la festividad de San Agustín, fiesta para los vecinos de Es Caló de Sant Agustí en Formentera y del pueblo de Sant Agustí des Vedrà en Ibiza. Un gran buscador. Buscaba la felicidad, el sentido de su vida en lo material, incluso en lo intelectual.

No lo encontraba, cada vez más infeliz, hasta que escuchó: «Toma y lee». Leyó la Biblia y allí encontró la mano de Dios que le dio sentido a su vida, que le ayudó a encontrar lo que buscaba, su felicidad.

El hombre de hoy sigue buscando la felicidad, el sentido de sus vidas,… muchas veces lejos de la mano de Dios. Otros, como Lorenzo Quinn, expresan la respuesta a esta búsqueda en su escultura. Estamos en manos de Dios que nos acaricia, nos arropa y nos anima.