Vamos a imaginar unas posibilidades, pero usando informaciones correctas y con- trastadas. Dejémoslo como un juego cultural estimulante de la mente, porque siempre hay gente que cree lo que escribo en términos de probabilidades y mitológicos y, lo que ya es el colmo, algún día me lo cuentan a mí, ignorando que he sido el artífice del juego o de la broma (o eso espero).

Todo sabemos que las hormigas, las abejas y otros insectos son de un un eficacia implacable para orientarse. ¿Cómo diablos lo hacen? Parece que no desdeñan la luz del sol, o de la luna si son nocturnos, aparte de otros medios que llenan de asombro. Ahora unos investigadores han descubierto que pueden usar la luz solar incluso en días nublados, o sea cuando no hay sol al que anclarse. Pero los bichos tienen capacidad para regirse por la luz polarizada, lo cual les indica dónde está el astro rey, o sea, ellos ven el sol, pero con un ojo distinto.

Me lo he preguntado muchas veces con respecto a los fenicios. Bien, ya tengo la respuesta, una respuesta, que es sólo una posibilidad más, porque es sabido que conocían diversas técnicas de navegación. Los fenicios conocían un mineral que abunda en Ibiza: la calcita, que en capas finas en forma de cristal polarizador podía encontrar el foco de luz solar.

La polarización oculta el paso de la luz, salvo en un punto de incidencia y de potencia determinado. En días muy nublados, el cristal servía para hacer un barrido en los 360 grados del cielo, hasta que descubrían el sol, exactamente. De ahí ya era fácil deducir la hora y la orientación. No tenían ni un pelo de tontos los fenicios... y disponían de mucha calcita en Ibiza y en Formentera (por ejemplo, en la Cueva d´en Jeroni, que tiene tres millones de años de antigüedad).

La calcita parece cristal opaco y desde antiguo se ha usado para crear cristales mágicos. Los hay con tonalidades rosa, verde o azul. Aparte de su uso en ceremonias y rituales, los fenicios pronto descubrieron otras ventajas si se conseguía en tallas delgadas en forma de lentes.

Esta teoría la encuentro ahora en la explicación de una saga, donde sale nuestro viejo conocido Sigurd, el que robó el botín a los moros que lo escondían en sa Cova des Fum (Formentera).

En el transcurso de una navegación problemática, el rey Olaf requirió los conocimientos de Sigurd para que le localizase el sol. Nuestro Sigurd hizo uso de las piedras solares y no tardó en satisfacer a su rey. ´Solarsteinn´, piedra solar, les llaman en Islandia, donde abunda la calcita.

La teoría es muy sugestiva, porque cuando un descubrimiento funciona es lógico que los use la naturaleza (los insectos, por ejemplo) y que se descubra o reutilice en diversas culturas y distinta época, como es le caso de los fenicios y de los vikingos. Y a saber quién más.

Ha sido un placer contarlo.