Evidentemente, el sector del taxi no goza de una buena imagen en Ibiza. Las colas que sobradamente se conocen en las horas punta retrasan los planes de aquellos que nos aportan riqueza. Para ello, cabe estudiar qué esta pasando y cuál es la posible solución a estos problemas.

Como he apuntado en repetidas ocasiones, estas colas son fruto de excesos de demanda en horas puntuales, como puede ser la apertura o cierre de las discotecas o alternativamente a las horas de denso tráfico. Esto conlleva consecuentemente la aparición de un mercado negro: lo que coloquialmente conocemos como ´taxis pirata´. Pero, ¿es necesario que exista un exceso de demanda para que estos taxis operen? La respuesta es que no, debido a que estos piratas gozan de la flexibilidad de precios y cantidad. Pueden cargar tantas personas como consideren necesario (o rentable) y pueden cobrar el precio que mejor les convenga. Es decir, si saben cómo se mueve el mercado pueden hacer negocio.

¿La solución? Ante las colas la solución a primera vista podría ser poner más taxis. No obstante, si indagamos un poco en los destinos de los clientes veremos que gran parte de la gente se dirige al mismo lugar, lo que fácilmente pone sobre la mesa el transporte colectivo como solución al problema.

El cierre de una discoteca con un aforo de 5.000 personas conlleva la salida de una multitud difícil de satisfacer con taxis, y la concesión de más taxis solo conllevaría la creación de un exceso de oferta en las horas de menor demanda.

Otra medida sencilla pero con un gran beneficio social sería incrementar la eficiencia del taxi. Eliminar las barreras institucionales de los municipios ibicencos.

Los taxistas de la isla se pelean entre los diferentes municipios por los servicios de sus correspondientes paradas, cuando los taxistas ilegales les quitan una gran parte del mercado. Seamos coherentes y dejemos que los taxis de cualquier municipio carguen en cualquier parte. Unamos esta industria con un objetivo común: la prestación de un servicio mejor para nuestros turistas y nuestros residentes. Esta medida no solo tendría beneficios para los usuarios: los taxistas dejarían sus diferencias a un lado y también se beneficiarían de una conducción más rentable al ir más tiempo cargados.

En cuanto a las horas de mayor tráfico, la solución pasa por la creación de carriles bus/taxi. El transporte público tiene que poder circular de manera fluida para poder operar de manera eficiente.

En cuanto a los taxis ilegales, su capacidad de competencia está al margen de la eficacia de la industria del taxi, por lo que cabe cortar el problema de raíz. Se trata de hacer las cosas bien y paso a paso: legislar y seguidamente hacer cumplir las leyes. Para ello se requieren personas capacitadas. Sería óptima, en tiempos mejores para las arcas públicas, la creación de unidades especializadas contra el transporte ilegal.

Unidades de paisano de las policías locales encargadas de denunciar el ilícito que se comete así como a aquellas personas que ayudan a que la irregularidad o el delito se cometan (véase por ejemplo las mafias en los parkings de las discotecas). Las cuantías de estas multas podrían financiar en gran parte la creación de estas unidades, dado que el problema, como ya he apuntado, está muy extendido.

Un último apunte va en relación a mi preocupación por la dinámica del problema y su tardía solución. En Ibiza hemos tenido un histórico déficit de actuación pública. Actuamos de manera ex-post, es decir, después de que ocurra algún acontecimiento indeseado. Ejemplo muy doloroso y triste son las irregularidades en las carreteras. Son desconocidas por parte de la Administración a pesar de las numerosas cartas en los diarios, hasta que algún ibicenco se cae con la moto tras esquivar la irregularidad en la calzada y muere fortuitamente.

El problema crece exponencialmente año tras año y las únicas soluciones que dan las patronales de taxis es poner ´organizadores de colas´ para evitar que taxis ajenos al municipio carguen en sus paradas. Mi consejo, desde lo más profundo de mi razón, es que se reúnan todas las patronales y responsables políticos y que hablen. No tomen decisiones unilaterales que solo conllevan una peor situación del sector. No pongan parches municipales o distingan entre asalariados o propietarios. Defiendan la industria en su conjunto para prestar un servicio eficiente, sostenible y, cómo no, de la mejor calidad posible. De lo contrario, la separación y descoordinación, podría llevar a una solución de mercado no deseada ni por la Administración ni por el gremio.