La realidad de la prostitución en Ibiza que destapa el Diario («Rescatadas de la prostitución», 07.08.11.) es ajena al cuadro que Pia Covre nos pintó en su campaña para legalizarla como «servicio necesario para la sociedad, que traspasa lo físico con ingredientes de terapia psicológica». Terapia necesitan las prostitutas que logran huir, por mucho que Pía especule con una preconcepción de la realidad, lo propio de todas las ideologías.

Las mujeres del Pure Platinum que tomó la Policía en Sant Jordi declaran ejercer voluntarias la prostitución, libres de coacciones, con ingresos de 5.000 a 10.000 euros al mes. Pero eso lo dicen entre policías, testigos protegidos, jueces y la prisión del propietario por explotarlas, contradiciendo a las prostitutas que hablan lejos del proxeneta en el ´Journal of Trauma Practice´: «De ninguna manera, esto no es una profesión, es humillante, y es violento por parte de los hombres»; «la prostitución me robó mi vida, mi salud, todo». Ni una sola prostituta de las entrevistadas en varios países quería que sus hijos, familia o amigos tengan que ganar dinero en el oficio.

El ejemplo que nos puso Pía es Holanda, que legalizó la prostitución para mejorar la situación de las mujeres; pero legalizar la delincuencia para que deje de serlo lo que mejoró fueron los ingresos del Gobierno y de la industria del sexo: se lavó el dinero negro, lo ilegal fue legal, los chulos, empresarios, y muchos que antes no compraban una mujer pensaron que puesto que ahora era legal... Y la industria del sexo creció un 25% y pasó a suponer el 5% de la economía holandesa. Olvidó decir Pía que las holandesas ya no se ven necesitadas para ejercer y, para la ´terapia psicológica´ de los holandeses, se importan chicas exóticas, siempre pobres. El Gobierno holandés usa lenguaje técnico: el Ministerio de Justicia pide legalizar una cuota de ´trabajadoras del sexo´ extranjeras porque el mercado de la prostitución «demanda variedad de cuerpos». Al tráfico de personas lo llama ´migración voluntaria para trabajos sexuales´ y a prostituir chicas indigentes ´opción para los pobres´. Así las cosas, la Organización Internacional de Migración estimaba ya en 1988 que en Europa se trafican anualmente 500.000 mujeres y niños. Suecia no sigue el modelo de Pía, reconoce que prostitución y tráfico de mujeres no pueden ni deben separarse, criminaliza al hombre que compra servicios sexuales femeninos y declara a la prostitución una forma de violencia contra la mujer y los menores, con muy buenos resultados.

Saber el porcentaje que suponen para la economía ibicenca los 20 locales que identifica el grupo Ucrif de la Policía, la prostitución callejera y la que llena tantas páginas de prensa, daría un reflejo de la situación moral de una sociedad que ve divertido ´ir a Figueretes´ y es ciega al coste añadido que degrada las mujeres a esclavas.