En qué estado anímico saldremos de esta? ¿Cuán profundas serán las heridas personales y colectivas? ¿Estaremos demasiado rotos para volvernos a levantar? Los libros de psicología aplicada, desde la autoayuda exprés con letra grande y dibujitos, hasta gruesos volúmenes firmados por catedráticos eminentes, se aplican a dar respuestas, y entre otros han traído a colación el concepto de resiliencia, definida por la Academia como «capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas», aunque en origen es un vocablo técnico que define la capacidad de un material elástico para absorber y almacenar energía de deformación. O sea, lo que hacen un muelle o el arco de una ballesta: no solo no se rompen sino que al recuperar la forma devuelven, de golpe, la energía que les dobló. No diga, como Bruce Lee, «Sé agua, amigo»; diga mejor: «Sé un muelle».

Así deberíamos responder ante la crisis, según nos dice, por ejemplo, el catedrático de psiquiatría Enrique Rojas en su nuevo libro ´No te rindas´. En él examina la importancia de tener lo que llama un proyecto de vida coherente y realista que no descuide ninguno de cuatro grandes apartados fundamentales: amor, trabajo, cultura y amistad. Con estas armas, un espíritu dispuesto y algunas cosas claras (como la conveniencia de no exagerar las expectativas) es posible sobreponerse a las adversidades de la vida. Estas contra las que Hamlet dudaba entre aceptarlas o «terminar con ellas haciéndoles frente».

Pero la resiliencia ha sido tratada extensamente hace tan solo un año por otro Rojas, Luis Rojas Marcos, en un volumen titulado ´Superar la adversidad, el poder de la resiliencia´. El psiquiatra afincado en Nueva York, que vivió desde dentro el trauma del 11-S, suele recordar que la palabra proviene del latín resilire, que significa ´rebotar´. En su análisis, es un mecanismo adaptativo del ser humano, que tiene una base genética pero también mucho de factores ambientales, especialmente dos: las conexiones afectivas y la autonomía personal. Es decir: tener con quien hablar y estar convencido de que uno domina las riendas de la propia vida. Un anterior libro del mismo Rojas Marcos, ´La autoestima, nuestra fuerza secreta´, da buenas pistas al respecto.

Aunque probablemente una de las mejores definiciones de la capacidad de sobreponerse que tanto demandan los tiempos de crisis es la que da Rudyard Kipling en su celebrado poema de 1910 ´Carta a un hijo´ (más conocido como ´If...´): «Si puedes hacer un montón con todas tus ganancias / y apostarlo a una sola mano de juego / y perder, y volver a empezar desde el principio / y jamás suspirar ni una palabra sobre tu pérdida. Si es capaz de esto y de seguir otros exigentes consejos, tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella / y -lo que es más- serás un Hombre, hijo mio, dice Kipling. Aunque a muchos les baste con la esperanza de recuperar la posición perdida tras superar la crisis. Doblados, pero no partidos porque, como dice Enrique Rojas, "el fracaso enseña lo que el éxito oculta".