Empecemos por relativizar la palabra desestacionalizar. Hablaremos en este artículo de alargar la temporada de los actuales cuatro meses a nueve, ya que ir más allá, además de que puede resultar difícilmente factible, puede además no ser deseable: también necesitamos algo de tiempo para nosotros.

Ahora que nos hemos quedado sin la construcción, que nunca fue una opción de futuro viable para Ibiza, la tan renombrada desestacionalización ya no es una opción, sino algo totalmente necesario e imperativo.

Empecemos por decir lo que Ibiza no necesita para desestacionalizarse, que entenderlo bien será con toda seguridad muy sugerente en estos días previos a elecciones.

Puertos deportivos. Nos podríamos llegar a plantear construir más cuando todos los pantalanes estén llenos en mayo y octubre. Hasta entonces un puerto deportivo es un muy buen negocio para sus promotores –con tenerlo lleno un mes al año ya le sacan rendimiento– y un muy mal negocio para toda la sociedad ibicenca, ya que echa más hormigón en nuestra costa y nos satura todavía más en agosto.

Campos de golf. Que a estas alturas todavía tengamos que estar explicando ciertas cosas... Ibiza no tiene ninguna ventaja en el mercado del golf, ya que todos nuestros posibles competidores en ese mercado tienen 15 o 20 campos a menos de 60 minutos en coche, y eso es justamente lo que quiere la persona que planea sus vacaciones para poder jugar al golf. Para poder ser competitivos en ese mercado tendríamos que dedicar la mitad de nuestra superficie a campos de golf, algo que, aunque alguno lo habrá pensado, se antoja un poco difícil. Al que aún a día de hoy diga que el del golf es un mercado de interés para Ibiza, hay que decirle que o bien es un listo (que intenta de sacar algo) o es tonto (probabilidad también bastante alta) o se cree que los tontos somos todos los demás que nos vamos a tragar el cuento ese de que un puñado de tipos –porque son todos los que vendrían– pegando bastonazos a una pelotita van a dar de comer a 150.000 personas durante cinco meses.

Estas opciones no son más que meras apuestas interesadas de quien no quiere, no sabe o no tiene otra alternativa viable que plantear.

Cómo, entonces, alargar la temporada a los cinco meses de primavera-otoño (marzo, abril, mayo, octubre y noviembre). Intentaremos exponer cómo y en base a qué crear un nuevo producto turístico para esos meses. Para ello por fuerza tendremos que ser algo creativos.

En Ibiza, además de sol, playa y noche, disponemos de un muy importante patrimonio que todavía no explotamos en todo lo que puede dar de sí. Ese no es otro que nuestro paisaje interior. El paisaje del destino vacacional es uno de los principales parámetros en los que se basan todas las personas para programar sus vacaciones. Es además una de las cosas que más gratamente sorprende a nuestros visitantes que no sabían de él. Disfrutarlo en bicicleta, a caballo o simplemente a pie es realmente un placer fácil de vender. Además, por nuestra tradicional forma del reparto de la tierra, tenemos una cantidad de caminos y senderos como en muy pocos lugares se da.

Junto a nuestra oferta cultural (Dalt Vila, iglesias, torres) este paisaje propone una oferta para la temporada baja inicialmente interesante. Pero todavía no es suficiente. Vacaciones significa poder tumbarse y relajarse, y en los meses de primavera y otoño pueden ser varios los días en los que, aun luciendo el sol, no apetezca tumbarse en nuestras playas. Para esos días –y para muchos otros también– una más que interesante propuesta es crear al lado del mar uno o varios complejos de piscinas con amplios soláriums y spas. Nadie pondrá en duda que la desestacionalización perfecta sería tener sol y buen tiempo todo el año, y algo así es lo que permitirían esos complejos. Este es el complemento que nos permitiría componer una interesante propuesta para los meses de primavera y otoño, sin desviarnos ni desvirtuar nuestro producto principal que seguirían siendo la playa y el sol.

Alargar la temporada en Ibiza puede ser más difícil que en otros destinos parecidos al nuestro, que solo venden sol y playa, ya que nuestra marca ´Ibiza´ está también fuertemente ligada a la noche, y puede que intentar vender un producto nuevo y diferente que implique tranquilidad y relax ligado al nombre de Ibiza, sea contraproducente tanto para el producto-marca ´Ibiza´ como para este nuevo producto del que hablamos.

Por ello, tal vez podríamos plantearnos si no sería necesario crear una nueva marca para ligarla a ese nuevo producto. En Ibiza tenemos la suerte de disponer de otro nombre que podríamos asociar a este nuevo producto y que enseguida ven los viajeros que llegan a nuestro aeropuerto: Eivissa (Ibiza-Eivissa, anuncia el aeropuerto).

Todavía falta lo más complicado. Saber hacerlo. Las posibilidades están ahí, pero que a día de hoy tengamos el capital humano necesario para realizar todo ese proceso es algo sobre lo que este que firma manifiesta tener ciertas dudas.