Existen pocos iconos de separación y de división por sí mismos como los muros. En el proyecto del la nueva escuela de Sa Bodega se contempla un cerramiento de su perímetro con un muro de 1,80 metros de altura. Suficiente para no ver su interior y a la inversa.

Estos muros sirven de lienzos para pintar muchas tonterías por parte de chicos que no tienen ni idea de lo que es el arte. Vaya por delante que me considero un admirador de grafiteros como Jerome y compañía, pero al mismo tiempo también hay que reconocer que la mayoría de grafitis que podemos ver en las paredes de nuestra ciudad son horteradas y otros muchos son bocetos o escritos reivindicativos sin valor , que afean y ensucian la ciudad.

Por lo demás, estos muros así diseñados (con esta altura) solamente sirven para hacer más pequeña y más fea la ciudad (véanse por ejemplo los del instituto de Sa Colomina).

Los arquitectos y urbanistas que han diseñado estos muros y el Ayuntamiento, que los ha aprobado, se han olvidado de evitar que estos fantoches existan (puesto que no se pueden mantener limpios de pinturas ) y de la importancia que tienen esas estructuras sobre los espacios que rodean y cierran, que forman parte de la ciudad y por tanto de su identidad.

Además, en este caso, intervienen en la educación de nuestros hijos. ¿No los estamos educando ya desde fuera de la escuela o solamente se les educa cuando están dentro de clase?

La imagen de escuela transgredida y ensuciada tanto en su recinto exterior como interior por unos cuantos malos pintores de paredes, ¿es la mejor imagen de institución seria para nuestros hijos y para que los padres confiemos tanto en las instituciones docentes como en las instituciones administrativas que aceptan unos diseños de infraestructuras que permiten que ocurra esto?

Para sustituir estos muros existen cerramientos de vallas metálicas de muchos modelos adecuados para una escuela. Por eso creo que no tiene ningún sentido cerrar con muros los espacios abiertos, tanto para que la gente joven no se sienta encerrada como para que los ciudadanos veamos con transparencia cómo juegan y cómo corren nuestros hijos en los patios de la escuela, que es lo sano.

Estamos cuidando la historia de Ibiza y sus restos arqueológicos y por ello vamos a modificar el proyecto. Pero ¿no estamos obligados a cuidar también la educación de nuestros hijos, y por tanto el futuro, y a modificar los muros que contempla este proyecto para así entregarles una ciudad más limpia y más moderna sin pinturillas de pintores de tres al cuarto que no han ido a la escuela a aprender a pintar y que ensucian nuestras vidas en muros inútiles?

Además de estos aspectos tan importantes, también hay otro para evitar un muro: si el excelentísimo Ayuntamiento de Eivissa edifica una escuela en el centro de la ciudad, ya que no puede vigilar, no debería construir muros alrededor de ella para que los perros hagan sus pipís y sus cacas sin que les vean, puesto que los hay (perros) que tienen más vergüenza y más educación que sus dueños y así a lo mejor evitamos que las aceras de alrededor del colegio aparezcan por las mañanas llenas de excrementos, tal y como lo estaban (y lo están) haciendo hasta ahora mientras existía el aparcamiento.