No hace muchos días observé en al puerta del comedor de Cáritas de Ibiza a una pareja de la policía nacional, a lo que no di mayor importancia por que todos sabemos que, a veces, se crean conflictos entre los usuarios de los servicios que esta institución de la Iglesia presta a los más necesitados, ya que junto a la pobreza material va el problema del alcohol y de las drogas. Pero pocos días después leí que Cáritas Española ha denunciado el aumento de los controles policiales a inmigrantes en sus centros e inmediaciones, así como en locutorios, parques e intercambiadores de transporte. La frecuencia de estos controles ha generado el miedo entre los extranjeros a la hora de acudir a comedores sociales y centros de ayuda. Para Cáritas estas prácticas aumentan el riesgo de generar sentimientos racistas contra los inmigrantes y son un reflejo de una política migratoria preocupada por lanzar un mensaje a la sociedad de control de la migración irregular y de eficacia en la expulsión visibilizando al migrante en situación irregular como un presunto delincuente, cuando lo único que les ofrecemos es ilegalidad sin poder llegar a regular su situación.

Y aunque es cierto que entre los inmigrantes hay muchos delincuentes, también es cierto que entre los que vivimos desde siempre en este país también hay muchos delincuentes. La delincuencia no viene de nuestra procedencia sino de los valores que se nos inculcan. Tanto es así que hasta las Naciones Unidas han criticado estas detenciones masivas de inmigrantes, ha reclamado a España que ponga fin a las redadas «indiscriminadas» y la «restricción de derechos», ha pedido que acaben con los controles de identificación basados en «perfiles étnicos y raciales» que, en la práctica, se traducen en «detenciones indiscriminadas».

Cáritas recuerda como muchos de estos inmigrantes subsisten de la economía sumergida, especialmente en la construcción, el servicio doméstico y la agricultura. ¿Quién controla a los empresarios españoles corruptos que se están enriqueciendo con la explotación de los inmigrantes en situación irregular y regular? ¿Por qué no se pone el mismo ímpetu en detener a especuladores que se están llenando los bolsillos con el trabajo ilegal que realizan los inmigrantes? Si los que se deben preocupar del bienestar hicieran cumplir con la ley a los que tiene el poder económico quizás los inmigrantes no tendrían que recurrir a practicas delictivas para poder vivir en un país como el nuestro, que tanto debemos a los inmigrantes y que, sin olvidar, somos hijos o nietos de los que en sus días fueron inmigrantes.