Hace años que los cargos públicos quieren prolongar una temporada turística que no para de acortarse. Se les rayó el disco en ´prolongar la temporada´ y hacen inventos para desestacionalizar el turismo (el último, eso del slow breaks) sin atender a razones. Como las que les da Antoni Costa, economista de la UIB: «La desestacionalización se está planteando desde hace 25 años y ha sido una quimera; no es permisible que en una zona donde se vive del turismo se produzcan vertidos de aguas residuales en una playa o en un puerto deportivo, o que haya malos olores, o que el agua de las playas no sea tan transparente como debería; es inconcebible que en el puerto de Ibiza no exista todavía una estación marítima; la promoción turística que hacen las discotecas es más eficaz que la que se hace desde las instituciones y el turismo que se atrae por esta vía es de mayor calidad de lo que parece».

En lugar de escucharlo y acabar con los malos olores, los políticos se van de turismo a Fitur a invitar a copas a gente que, según la periodista de Diario de Ibiza, no sabe quién les invita, pero les da igual para beber gratis mientras echan al bolso las galletas del stand, que se llevan a casa.

Consiguen que dimita Mar Guerrero, directora de la Agencia de Turismo a la que tampoco escuchan: «No me gusta vender motos; creí que se respetaría la gestión técnica pero han imperado los criterios políticos; para hacer política que se queden los políticos».

Cada año más cargos se empujan en Fitur por salir en la foto y demostrar que no les corta exhibir como dilapidan el presupuesto en viajes, vinos y fotos útiles solo para su álbum familiar. Y sueltan su discurso con la frase manoseada: «Apostar por el turismo de calidad frente al turismo de masas en temporada alta». Frase tonta y llena de desprecio al turista ´de masas´ que ocupa la mayoría de las plazas de la única industria de Ibiza. Suponen que hay cola de turistas millonarios prestos a ocupar esas plazas y que los turistas normales no están a la altura, a pesar de que les dice Costa: «No hay que menospreciar ningún tipo de turismo, y el turismo que en su momento parecía el origen de todos los males, ahora resulta ser el sector que nos ha de salvar». Se muestran insensibles a lo que de ellos dicen la calle y los medios sobre su dispendio en viajes, hoteles y comilonas, y a la desmoralización de los que han visto recortar su nómina y ven a qué dedican los cargos públicos los recortes. La actitud vista en estos personajes hace temer lo que harán cuando llegue el otro tema del disco rayado: la transferencia de la promoción turística a Ibiza con presupuestos multiplicados.

La única prueba del efecto real de sus viajes es que dejen de irse de feria y ver lo que pasa. Sospechan muchos que no pasaría nada aparte de ahorrar presupuesto, porque el acortarse la temporada ha corrido también paralelo al número de cargos asistentes a ferias. Ese frenesí de nuestros políticos turísticos para hacer turismo a nuestra costa les impide también escuchar a los presidentes de los hoteleros, que algo sabrán del asunto: reclaman a la Administración, y en especial al Govern, menos despilfarro y más inversión en promoción; reducir administraciones, porque no nos podemos permitir tal cantidad de organismos públicos; que los gobiernos, desde el nacional hasta los municipales, dejen de aumentar impuestos en lugar de reducir gastos; que si no reducen el número de ayuntamientos, al menos intenten optimizar recursos mancomunando los servicios que ofrecen.

Ilusos hoteleros, pretenderán también que los políticos dejen de irse de feria.