Como cada verano, la sociedad ibicenca se ve amenazada de secuestro por algún grupo, con la amenaza de la huelga de sus servicios cuando más falta hacen. Aún se recuerda el daño que hizo al turismo la huelga de conductores de autobuses en temporada alta y, mientras salimos de la amenaza de secuestro de los simpáticos controladores aéreos y se echa en falta la tradicional amenaza de secuestro estival de los pilotos de Iberia, vienen los guardabosques a hacer su agosto.

La figura de los que combaten el fuego se asocia al papel del héroe que se juega el tipo para salvar vidas ajenas, y quizás por eso los niños quieren ser bomberos. Ahora nos envía el mensaje contrario el portavoz del comité de empresa del Institut Balear de la Natura (Ibanat), miembro del sindicato STEI, con una amenaza de huelga «que tendría consecuencias para el medio ambiente que nadie desea, porque paralizaría el trabajo constante de los equipos que es básico para la prevención y el control de incendios forestales». Nadie lo desea, pero alguien quiere meternos el miedo en el cuerpo. De la mano de los sindicatos, nuestros guardabosques han entrado en la productiva cultura del victimismo: se les podrían pegar las mascarillas a la cara en un fuego, las motosierras están usadas, los coches sin cinturones, pero, sobre todo, padecen «inestabilidad psicológica». Dejó dicho Nietzsche que «presentarse como víctima es el acto más hostil y agresivo», lo que verifican los que tienen que hacer de apagafuegos cuando amenazan poco veladamente con incendios.

Aupados al estatus de víctima y asignada toda la culpa a otros, las víctimas se sienten en superioridad moral y al tiempo se desentienden de cualquier responsabilidad por su conducta y las consecuencias de ésta. Saben que hoy en día está socialmente sancionado e incluso valorado el victimismo, y el Ibanat les hace víctimas de algo tan etéreo como «inestabilidad psicológica». Los delegados de CCOO y UGT van al grano y lo definen mejor: solo piden «la equiparación salarial con el personal del mismo nivel de las empresas públicas del Govern, que cobran bastante más». Siendo cuestión de dinero, no había que acudir a la psicología profunda para pedir un rescate. Están en su derecho los guardabosques a querer ganar más. Como la sociedad está en el suyo para que se revise de arriba abajo este sistema de relaciones entre sociedad y sindicatos que tiene cierto parecido al de la Camorra con los napolitanos. En esencia: si no pagas, se te puede quemar el negocio. Y el negocio de Ibiza está en la atracción de los pinos que dan nombre a la isla y tan buen combustible hacen en agosto.

Dicen que los sindicatos son indispensables para la paz social y por eso les paga el Estado (léase el contribuyente) prebendas, liberados, dietas y edificios. Si los del Ibanat siguen en el mantenimiento de su material el modelo que siguen sus sindicatos en el mantenimiento del edificio que ocupan en Ibiza, descuidado hasta el estado de basurero, según descubrían las páginas del Diario de Ibiza, se explicaría en parte la razón del mal estado del material del Ibanat que denuncian. Ese edificio salió gratis a los sindicatos gracias también al victimismo: les habían quitado cosas en la guerra y la sociedad (léase el contribuyente) tenía que devolvérselas. Ahora que lo dejaron hecho unos zorros querrán otro, que la sociedad estará a su vez en la obligación de entregarles en cuanto averigüen de qué son víctimas esta vez. Degradan el edificio, viven del presupuesto y nos hablan de incendios cuando más seco está el bosque.