Cuando dediqué un homenaje al pollo, implícitamente también se lo dedique al huevo. ¿Qué fue primero, el huevo o el pollo? El huevo siempre suele ser la primera asignatura del cocinero principiante, porque para cocinar el pollo (al horno, frito o a la plancha) incluso hay que dominar la intensidad del fogón.

Unos huevos fritos quedarán bien a fuego lento y serán diferentes si los cocinas a fuego alto.

Cuando el fenicio homenajeó al pollo, que tantas hambres malas ha quitado de este mundo, todavía no sabía que la deliciosa tortilla española fue inventada en Extremadura, lo cual tiene su lógica, pues la mayor parte de los conquistadores españoles provienen de la misma zona: Hernán Cortés, de Medellín; Francisco Pizarro, de Trujillo; Pedro Valdivia, de Campanario. Y muchos más, cientos que salieron de estas Vegas Altas extremeñas para ir a probar suerte con las Indias y con su oro escondido. Los barcos, a la vuelta, cargaban toda suerte de especies y de plantas, entre ellas un tubérculo que quitó tanta hambre o más que las gallinas, siempre tan escasas. Aquella patata resultó ser el auténtico oro, la gran riqueza para Europa.

Así que, teniendo huevos y teniendo patatas, los serones (gentilicio de los villanovenses; calabazones son los de Don Benito) empezaron a investigar entre perolas y dieron con la tortilla con patatas, el mejor plato, el más apreciado por los españoles, según encuestas.

Bueno, un investigador ha descubierto en Villanueva de la Serena la primera datación escrita, 1798, lo que no excluye que este plato no sea una creación muy anterior, como creo yo mismo.

Villanueva ya es famosa por su escritor sicalíptico, Felipe Trigo (1864, murió en Madrid en 1916), y por un gran jugador de baloncesto, Calderón, y cómo no, por el gran periodista César Navarro, que pueden leer en este mismo Diario.

¿Se inventó realmente aquí? Indemostrable, lo seguro es este documento.

¿Y cómo llegaría a Ibiza? Una vez aclimatada la patata no es inverosímil que la propia inercia (o algún militar destinado) les llevara a cocinar este manjar de dioses. Y de mil maneras, incluso con harina y verduras.

Las verduras casan bien, cualquiera de ellas, pues quedan cuajadas y pierden la acidez o la excesiva dulzura. Nada como el huevo, compendio de proteínas y de vitaminas, que combina con lo salado y con lo dulce y es un bocado magnífico, tanto frito como hervido.

No podría existir la repostería tal como la conocemos sin la existencia del huevo. Ni las tortillas, por supuesto. Muy lejos quedan las discusiones sobre la pertinencia de la cebolla. A mí me gusta sin, pero también me gusta con. Me gusta con berenjenas, con tomates, con pimiento.... un invento maleable y provechoso.

¿Qué hubiera sido de los ibicencos sin estos seres descendientes de los dinosaurios? La gallina será una dinosauria, pero era el secreto del caldo recuperatorio para la parturienta, la alegría de la huerta y fuente de toda virtud. Y a cuántos estudiantes no habrá salvado de la anemia. Homenaje hoy a los huevos y a la tortilla de patatas, un invento de Extremadura, en las riberas del Guadiana.