El poder político puede ayudar a no ver las propias contradicciones, y ahí tenemos como ejemplo al conseller de Carreteras llamado a solucionar el problema del tráfico de la carretera de Santa Eulalia. Un conseller de Carreteras que ganó el puesto por su demostrada convicción anti-carreteras declara, consecuente con su trayectoria, que la posibilidad que a él en realidad le gusta es dejar que los coches sigan circulando por la misma carretera que constituye el problema, con un carril por sentido. Eso después de encargar, pagando el lector, un total declarado de cuatro estudios de alternativas con tres posibles subalternativas. Hay que reconocer a quien nombró al conseller la dificultad de encontrar a alguien más opuesto a solucionar los problemas del tráfico.

Los automovilistas vamos camino de ser mirados casi tan mal como los fumadores, y buena parte de la culpa la tiene la incapacidad de los gobernantes para dar soluciones al problema de que un parque automovilístico en continuo aumento circule y aparque en casi el mismo espacio que cuando el tráfico era escaso.

Da la impresión de que algunos utilizan la encumbración del ciclista como cortina de humo para esconder su poca propensión a atender a los problemas más perentorios de la gente, en este caso no matarse en la carretera y poder dejar el coche en alguna parte. El atasco entre el paso elevado de Jesús y Can Clavos que el conseller dejaría como está después de mucho estudio, llega hasta el cruce del bar de Los Cazadores, donde empieza otra pesadilla del conseller, la carretera de San Juan, que tantos han visto necesario ampliar que se ve forzado a decir que hará un proyecto. No se hacen cargo los que se juegan el tipo al circular por esa carretera de que el conseller sufre mareos si oye hablar de ampliar carreteras y que lo que a él gusta es hablar de carriles-bici. No se hace cargo el conseller de que el automóvil nos es indispensable para llevar los niños al colegio, para llegar a la oficina a las ocho, para traer la compra del supermercado o para transportar objetos grandes y pesados en camiones, cosas que no se pueden hacer en bicicleta.

El tráfico hacia San Juan aumenta, este año multiplicado por un fenómeno propio de la isla, una no-discoteca surgida en la recta de San Lorenzo donde antes había un restaurante, que además de alegrar la noche a los vecinos da más emoción al tráfico nocturno, por la posibilidad de llevarse por delante a las alegres parejas que atraviesan la carretera entre el aparcamiento, ayer campo de algarrobos, y la nueva no-discoteca. Si la alcaldesa de Vila estuviera por la faena podía echar una mano al conseller y proclamar, como proclamó el milagroso aumento del 30% de la capacidad de la depuradora de Vila, un aumento espontáneo de la capacidad de la carretera de San Juan en otro 30% sin necesidad de ampliarla y ayudaría al conseller a conciliar el sueño. A quien tan escaso interés mostró durante su mandato por hacer segura la carretera de San Juan, quizás tengamos que agradecerle su parálisis en estos años. Porque para que algo se haga mal, lo mejor es encargárselo a quien no cree en lo que hace. El tráfico en el que cree este conseller es el de bicicletas, y el tiempo que le quede en la conselleria, tras pasar años indiferente a la carretera más peligrosa de la isla, podía dedicarlo a proyectar el carril bici hacia San Juan y dejar la carretera para alguien que venga detrás y esté más convencido de lo que hace. Y de que el poder político se justifica por el servicio a necesidades reales de la gente, no por animarla a volver a los años cuarenta en bicicleta.