Después de pasar varias noches casi en vela pensando en los proyectos de peatonización de Vara de Rey, del Parque y aledaños, ya no puedo más y a pesar de mis ochenta y tres años cumplidos, me creo en la obligación de escribir sobre estas barbaridades que se preparan y que leí en al prensa del pasado 22 de diciembre. Cuando yo estaba en el exilio en Francia donde, con mi familia, pasé las de Caín, yo creo que hubiera vuelto a España arrastrándome sobre mis rodillas, tan grande era la nostalgia que sentía por Ibiza y ahora que soy un viejo no me quedan fuerzas para escaparme de ella. ¿Qué ha sido de aquella Ibiza de la que estuve tantos años separado por culpa de nuestra Guerra Civil? Ya sabemos que el mundo progresa, que no podemos estar inactivos, que todos queremos vivir mejor, con más comodidades; pero cuando vemos el resultado, creo que estamos equivocados, que no hemos sabido apreciar lo que teníamos: que mucho afán de riqueza, de modernidad, de orgullo y todo ello nos ha impedido ver lo que estaba delante de nuestros ojos. Y así nos van las cosas.

Para llegar cinco minutos antes se ha destrozado una buena parte de la isla con las horribles autopistas, diseñadas por unos lumbreras a los que habría que impedirles que de por vida no pudieran ejercer su profesión. Unos viales que fueron aprobados y consentidos por unos políticos, que algunos habría que encarcelarlos. Y aquí pienso sobre todo en la carretera que va hasta el aeropuerto con un trazado demencial, con sus túneles donde es conocido que no pueden pasar vehículos con cargas peligrosas (carburantes, butano), que cuando llueve resultan inservibles. En fin, cualquiera que pase por esta caca de carretera se dará cuenta de ello.

Después de destrozar media Ibiza, el puerto de Vila también ha sido tocado no por la varita mágica de alguna hada sino de alguna bruja. ¿Recuerdan cuando el mar llegaba hasta lo que hoy es la Avenida ocho de agosto?.Cuando en 1235 los cristianos conquistaron la isla se la repartieron entre los señores que capitaneaban la expedición. Y ahora entre esta avenida y lo que queda de las aguas del puerto de Eivissa, en una superficie que, cuando se hizo, era igual o mayor que toda la ciudad de entonces, en estos solares adquiridos en condiciones que ignoro, se han otorgado propiedades o concesiones para los nuevos conquistadores de Ibiza, entre los que hay o hubo personalidades muy importantes. Y no hablemos de lo que se prepara, que es de sobra conocido.

Y, sin embargo, Ibiza creció con el viejo puerto, con sus barcos pailebotes de madera, que cargados con cemento y hasta con camiones hicieron gran parte de la isla que tenemos ahora a la vista. Pero no podemos parar el progreso y naturalmente no se puede continuar con el puerto vallado, con los ancianos y las madres con sus carritos, con sus maletas a cuestas desde el obelisco hasta el final del puerto. Y qué decir de este desmesurado crecimiento urbanístico sin control que si ha traído riqueza, también ha traído otras cosas no todas deseables y agradables. Pienso aquí además en el tipo de turismo que nos visita, que trae dinero para algunos, pero también trae mucha miseria y malvivir para muchos.

Pero después de que el conjunto de la isla se viera afectado, también le ha tocado a la ciudad de Eivissa; en ella se han hecho muchas cosas positivas, se han cambiado canalizaciones, en conjunto se ha adecentado la ciudad, pero también se han hecho cosas negativas que han recibido fuertes críticas. El pasado 22 de diciembre, como mencionaba al inicio de este escrito, leí en el Diario la bunyolada que se prepara para la peatonalización del paseo de Vara de Rey, de la Plaza del Parque y aledaños, así como los previstos aparcamientos, no dice subterráneos, pero sí submarinos, que se proyectan. Lo que se piensa hacer es una sucesión de plazas desde el puerto y Dalt Vila, y se descarta la construcción de un aparcamiento bajo Vara de Rey (¡menos mal!) porque con ello, como escribió en el pasado, se rebajaría el nivel freático de la zona y las estacas sobre las cuales se construyeron los edificios que forman el paseo, las estacas al secarse se pudrirían y estos se vendrían abajo.

Al concurso de ideas se presentaron varios proyectos, unos mejores que otros, pero que daban al traste con la idea original cuando en 1842 se plantaron dos hiladas de plátanos (de allí el nombre de s´Alamera), y que en 1902 el arquitecto José Alomar hiciera el proyecto del actual paseo, con sus bonitos bancos de piedra con respaldo y apoyabrazos de hierro forjado de estilo modernista, la estatua del general Vara de Rey y sus jardines. Pero al ver las fotografías de las propuestas, con unos bancos macizos y rectilíneos (paralelepípedos) alrededor del monumento, sin plantaciones centrales, con las inevitables palmeras en el vial norte, que dan sombra a las terrazas, y si a esto le añadimos que el tráfico se preveía sólo a través de la calle Vicente Cuervo y salida por Ramón y Cajal. Gran parte de estas ideas, digamos luminosas, han sido afortunadamente descartadas por la alcaldesa señora Lurdes Costa y el concejal Marc Costa. Los arquitectos premiados añadían detrás de la Plaza del Parque junto a las murallas una especie de voladizo, de allí arrancaría un ascensor que subiría hasta la Plaza del Sol, en Dalt Vila. Este lienzo de muralla que va del baluarte del Portal Nou hasta el de San Juan ya fue en el pasado desgraciado, al tenerle que hacer una gran añadido en su altura y ahora sólo le faltaba meterle este pegote que seguro es absolutamente ilegal según la ley de protección de monumentos históricos.

Para compensar las numerosas plazas de aparcamiento suprimidas se haría (esto habrá que verlo, por las enormes dificultades y sus astronómicos costes, al estar bajo el nivel del mar) se haría, decía, tres aparcamientos ´submarinos´, uno en la Avenida de Santa Eulalia, otro debajo de la estación marítima y otro al final del puerto. Nosotros, la Asociación de Vecinos de Dalt Vila, presentamos un proyecto de aparcamiento con su vaciado en el interior del baluarte de Santa Lucía, que no le costó ni un céntimo al ayuntamiento en contradicción a estos proyectos absurdos, irrealizables y que no sirven de nada pero por los que ha pagado un bonito montón de dinero, y que no solucionan la muerte segura de nuestro barrio.

No pienso visitar la exposición de los cinco proyectos que se podrá ver en s´Alamera hasta el 15 de enero. No vale la pena. Pero pienso que cuando esté muerto tendré, hay que confiar, aún fuerzas suficientes para levantar la tapa del ataúd y ante las barbaridades que sufre Ibiza poder gritar a los ibicencos y a los que pasan de todo: ¡basta ya!