La naturaleza de Ibiza despierta simpatías sobre todo entre quienes quieren construirse un chaletazo en medio del bosque. Pero en la realidad nuestro conocimiento de la vida salvaje o de lo que quede de ella es muy limitado, validando las últimas investigaciones y hallazgos que nos vienen, sobre todo de equipos de las universidades de Valencia y de Alicante.

Aunque otros cardan la lana, los trabajos valencianos comienzan a ser fecundos para Ibiza y Formentera. Baste recordar el avistamiento de ballenas para estudiar sus costumbres en las aguas del canal y de las Pitiusas en general. O los estudios climáticos, de gran importancia y de otros aspectos de nuestra biología.

Si en el mar observan las ballenas, en el aire estudian los halcones, tan fascinantes y misteriosos. Seres implacables que descienden de las alturas como un rayo y se llevan la paloma o la tórtola en un suspiro. Desde niño oía hablar cosas terribles de los halcones, que yo creía de metal. Si alguna paloma no regresaba, una menos en la cazuela y la culpa para el halcón.

Así que nunca les tuve aprecio, pero sí admiración. Una admiración que se acrecentó cuando redacté el ´Diccionario de Secretos´.

Yo entonces no sabía que el halcón era de gran valor entre los reyes, los aristócratas y que los islotes de Ibiza (Tagomago, es Vedrà) o los acantilados de Cala Jondal, Cap Nonó, Benirràs, etc. eran los sitios mejores de crianza de estas rapaces. Ni sabía que Ibiza era desde la Edad Media un exportador de halcones, muy valorados entre la gente que practicaba la cetrería, usando estos demoledores cazadores como el perro del aire.

Tampoco sabía que en Ibiza hay al menos halcones de tres tipos: el peregrino, el de Elenora y el xoriguer. Abundan en Ses Columbretes (Castellón), en Túnez y en pocos sitios más.

El Falco Eleonorae o halcón de Eleonora es una extraña joya de la que poco se sabía en su estado salvaje. Pero estos universitarios valencianos han usado procedimientos de seguimiento satelital y los resultados son muy sorprendentes, aunque ya se sabía que emigraba.

Entre todos los que han marcado ya se ha visto que existe una gran diferencia en la ruta y en la velocidad. De hecho abandonan las islas y parten hacia África, donde pueden superar auténticos braseros ecológicos llenos de peligros y de trampas. Cruzan de día y de noche el Sáhara, lo cual en sí mismo ya es un rally de gran altura (y nunca mejor dicho) y se van dirigiendo hacia el Sureste del Continente para acabar llegando a la meta, Tanzania y Madagascar. ¿Quién lo hubiera dicho? Las distancias pueden oscilar hasta llegar a los 9.500 kilómetros recorridos.

(Más datos en Internet, Pascual López, Universidad de Valencia).