El pasado martes el Parlamento de las Islas Baleares dio su apoyo unánime a la importancia de invertir y promocionar todos y cada uno de los elementos que forman parte de la denominación Patrimonio de la Humanidad.

Desde mediados de este año, y no sin dificultades y retrasos, el Consorcio Patrimonio de la Humanidad ya dispone de los 21 millones de euros, que han aportado el Ayuntamiento de Ibiza, el Consell y el Govern de les Illes Balears, que permitirán iniciar nuevas inversiones al Consorcio. Por todo esto, tanto ibicencos, residentes en Baleares y, cómo no, toda la Humanidad, podemos estar contentos de que se ejerza la responsabilidad que emana del hecho de ostentar este importante reconocimiento. Esta responsabilidad es, nada más y nada menos, garantizar el buen estado de todos y cada uno de los elementos que son Patrimonio de la Humanidad y que este legado llegue en óptimas condiciones a las siguientes generaciones.

Y digo todos y cada uno de los elementos porque fueron el conjunto de la ciudad amurallada de Dalt Vila, la necrópolis púnica de Puig des Molins y las praderas de Posidonia oceanica los que consiguieron que en 1999 Ibiza fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco bajo el epígrafe de ´Ibiza, biodiversidad y cultura´. Por lo tanto, en teoría –y sólo en teoría, porque en la práctica esto no es así–, el dinero que aportan el Govern y el Consell de Ibiza al Consorcio también debería llegar al mantenimiento y promoción del resto de elementos que forman esta denominación y que no están en el municipio de Ibiza.

No es de recibo que mientras es necesario intervenir en el mantenimiento de estos bienes se estén destinando los fondos del Patrimonio de la Humanidad para proyectos municipales (muy importantes y necesarios para la ciudad, pero cuya financiación debería salir de otro lado). Estoy hablando de la famosa reforma de parte de la avenida España (ya ejecutada) o el proyecto de reforma del paseo de Vara de Rey y la plaza del Parque, por ejemplo.

Y mientras este Consorcio hace sus inversiones en proyectos que debería acometer el Ayuntamiento con otros fondos, somos testigos de cómo se degrada el yacimiento de sa Caleta. Y la misma suerte corren la praderas de posidonia y la necrópolis, incluso otros yacimientos y actuaciones en la ciudad amurallada de Dalt Vila.

¿Cuánto dinero del Consorcio Ibiza Patrimoni de la Humanitat se ha destinado o se tiene previsto destinar a la gestión, preservación, estudio y fomento de las praderas de posidonia? ¿y al yacimiento de sa Caleta, cuya protección se verá ampliada con la compra de los terrenos adyacentes gracias a una propuesta del PP? ¿y a la necrópolis y museo del Puig des Molins?: cero euros. Lo cual es lamentable e incomprensible, sobre todo cuando comparamos con la cantidad de inversiones que ha realizado este organismo fuera del ámbito de la declaración en el municipio de Ibiza.

Si bien es cierto que mantener el entorno de la ciudad amurallada de Dalt Vila es más que correcto, lo que no podemos permitir es que se descuiden los elementos propios de la denominación y que se desvíen los fondos para arreglar otras cosas mientras no se hace lo propio con el Patrimonio.

Precisamente esto, la prioridad que para el Partido Popular tienen las actuaciones en los elementos que sí son Patrimonio de la Humanidad, es lo que distingue la anterior legislatura en el Consell de la del gobierno actual de izquierdas. Pero lamentablemente los recursos no son ilimitados y deben cuidarse más los criterios de inversión del Consorcio que, presidido por el Ayuntamiento y con el beneplácito del Consell Insular de Ibiza, parecen no ajustarse al compromiso que se tiene actualmente con el Patrimonio de la Humanidad.