Este curso escolar que está empezando será histórico por muchos motivos, entre ellos la dificultad de escolarizar a los hijos en el idioma de España que es el español. Un idioma rico, que genera riqueza y abre puertas.

Pues no va a ser posible: en Ibiza, en Baleares, los niños ya son sumergidos en catalán, en un proceso de subnormalización lingüística sin parangón. Por eso digo que es histórico el año 2009. Por mucho que la situación de Ibiza a día de hoy no sea tan drástica como en Mallorca ni en Cataluña, o sea, todavía es manifiestamente empeorable (y conociendo a los catalanistas, empeorará).

Muchas veces he expresado sin tapujos mi opinión: me parece una barbaridad política, me parece una rendición de la sociedad civil y me parece una profunda injusticia contra aquellos niños de clases menos pudientes que no podrán estudiar en el Colegio alemán (como las hijas gemelas de Josep Montilla) o en el Liceo francés (como las hijas de Laporta).

En general, los hijos de las clases adineradas pueden pagarse una buena educación para sus hijos para que se perpetúen en el poder. Quienes no pueden son las clases más humildes. Conozco también un hecho que suele soslayarse: quienes quieren implantar el catalán exclusivamente en detrimento del español y de España son conscientes de esta lesión que se causa a los niños indefensos.

Fíjense bien que no digo sacar el catalán de las aulas (yo ya lo defendía en 1972 y por escrito) sino evitar esta descarada estrategia contra el español. Urge la actuación de los políticos en este caso y además de la trama civil, si es que queda alguna fibra viva en esta sociedad narcotizada.

Publico en mi blog-anuario el regalo de una agenda confeccionada por la Diputación de Barcelona donde ni aparece la palabra España. Puro veneno ideológico repartido en numerosos colegios baleáricos.

En días así le doy las gracias a San Mariano porque mi hogar no haya sido bendecido con cuatro o cinco hijos. Porque la ruina es mayúscula en otros aspectos: colegio, repasos, gimnasio, ropa de deporte, talleres, excursiones y finalmente… hay que comprarles cada año libros que apenas usarán o lo harán en su mínima parte.

Cada alumno supone una aportación dineraria escandalosa. Pasa de 200 euros en muchos casos, eso cada año, porque el mecanismo de recuperar los libros usados no consigue funcionar. Alguien que tenga 4 hijos se gastará unos mil euros. Una locura.

¿Es bueno que los vendan en las librerías? Lo dudo. Al margen del precio (el librero tiene que ganar y eso es lógico) no suelen tener todos los libros programados al mismo tiempo. Visitas, nervios y pérdidas de tiempo. Las librerías merecen todo el apoyo, pero el material escolar (y los libros lo son) debería ser entregado en el centro, más barato y todo a la vez.

¿Tiene sentido todo esto? Ya me perdonarán, pero yo no se lo veo. Es como si a los periodistas o a los panaderos nos obligaran a adquirir cada año una nueva enciclopedia. Llegaría un día que aprender no aprenderíamos, pero también iríamos por la vida con una mochila de muchos quintales de papel cargados en nuestra espalda, como estos niños en vías de ser subnormalizados.