En los 20 últimos años, desde que conozco la isla, la temporada se ha acortado de unos seis o siete meses a apenas cuatro. Viene más gente joven, aficionada a las fiestas de Ibiza, y playas como la d´en Bossa se han transformado de playa familiar en playa-marcha.Profesionales del turismo se quejan pero no abren fácilmente sus hoteles en periodos fuera de temporada y todos los esfuerzos institucionales por alargar la temporada se evaporan sin el soporte sectorial. Ahora mismo se discute mucho sobre el carril bici de la carretera de Sant Miquel. Los propietarios no quieren perder los pocos metros necesarios de sus terrenos y argumentan que es peligroso para los ciclistas, si el carril está separado de la calzada, por culpa de coches saliendo de los caminos laterales.

En la provincia de Huelva hay muchos de estos carriles bici separados de la calzada. El ciclista está fuera del alcance de los coches rápidos y tiene la prioridad sobre coches saliendo o entrando en caminos laterales (hay un panel advirtiendo al automovilista del ciclista cruzando). Parece que lo que puede ser en Andalucía, que vive mucho del turista –lo que se olvida mucho en Ibiza desde hace tiempo, donde la gente solamente piensa en llenarse los bolsillos, olvidándose del servicio–, no puede ser en Ibiza. Políticos que han hecho unas carreteras bestias, que necesitaban mucho más tierra privada que un pobre carril bici, ahora defienden a los propietarios por unos pocos metros porque se encuentran en la oposición y siguen sin visión y planificación a largo plazo de un turismo diferente, respetando el entorno y el paisaje, pero que necesita servicios y seguridad, porque no quiere matarse en bici con coches que van a toda velocidad con conductores ebrios y drogados. ¿No es justificación suficiente, señor alcalde? ¿Y realmente no puede ser un modelo para el resto de la isla? En la carretera de Sant Josep, por ejemplo, los ciclistas corren peligro.