«¿Cuál fue la envergadura de la minería en Eivissa en la antigüedad?». Esa es la pregunta que se planteaba el arqueólogo Marcus Heinrich Hermanns antes de iniciar una campaña de cuatro semanas en el Puig de S´Argentera (Sant Carles) y la pretende responder en un futuro, puesto que las evidencias halladas invitan a seguir estudiando la zona para confirmar su teoría. Esta hipótesis apunta que las Pitiüses no solo fueron un «cruce de vías marítimas» de gran importancia para la distribución sino también un enclave generador de recursos metalíferos.

Desde la primera semana de abril y durante un mes, Hermanns, director científico del Instituto Arqueológico Alemán en Madrid, ha estado realizando trabajo de campo en el Puig de S´Argentera junto a un arqueólogo del Museo Alemán de la Minería y una estudiante de la Universidad de Bochum. En la zona, declarada Bien de Interés Cultural (BIC), se han realizado prospecciones en los últimos años para determinar si hubo explotación minera allí antes del siglo XX. El arqueólogo alemán, que se crió en Eivissa, asegura haber hallado un área de gran interés histórico-patrimonial en el área sur del BIC, donde está situado el merendero público. Allí ha concentrado los esfuerzos su equipo, que ha topografiado tres áreas y ha realizado dos sondeos. «Hemos entendido cómo funciona la geología del monte y el yacimiento, y hemos localizado los filones de galena [mineral compuesto principalmente por plomo pero con un porcentaje de plata en su variedad argentífera] que se explotaron con anterioridad a la minería moderna», relata el científico.

Pendientes de datación

Hermanns explica cuál es el aspecto de esos filones: grietas en las cuales se forma el mineral que, en ocasiones, aflora embolsado. La metodología con la que fue trabajada en su día la grieta es lo que permite datarla en la actualidad. En las épocas más remotas se utilizaba el fuego para la extracción en minas, después piquetas y herramientas de hierro más sofisticadas y más tarde barreno para dinamitar y avanzar rápidamente.

En uno de sus sondeos, bajo derrumbes de etapas más recientes, los arqueólogos han encontrado arranques de galería en las cuales han detectado en exteriores restos de carbón. Presuponen, como consecuencia, que en el caso de s´Argentera pudo utilizarse el fuego tanto para facilitar el avance dentro de la mina como para iluminar, aunque están a la espera de los resultados que ofrezca el laboratorio de la Universidad de Zurich (Suiza) al que remitirán las evidencias halladas para datarlas. «Esperamos que sea una parte muy joven ya que en el poblado fenicio de sa Caleta se hallaron depósitos de galena que sabemos que procedían, al menos en parte, de una explotación local», argumenta Hermanns, que asegura que la huella de los nódulos de galena allí analizados coincidían con las características de la mina situada en el municipio de Santa Eulària.

La respuesta del laboratorio, de ser afirmativa, confirmará que el Puig de s´Argentera era ya una explotación minera en los siglos VI y VII aC, pero, por el momento, los restos de cerámica hallados en los sondeos prueban que al menos lo fue en las etapas púnica e islámica. «Parece que tenemos una explotación intermitente, que las minas de s´Argentera se han vuelto a explotar cada vez que ha aparecido tecnología más moderna que permitía extraer restos no aprovechados en épocas anteriores y que merecían la pena», teoriza el experto, quien añade que, en Eivissa, la minería moderna (la retomada en 1870) arrancó posiblemente con el reaprovechamiento de unos antiguos escoriales en la zona de s´Argamassa.

Sin embargo, el responsable de la campaña arqueológica descarta que la actividad minera se pueda reemprender en s´Argentera. La calificación de BIC protege el lugar y dificultaría los estudios que obligatoriamente deberían preceder a una nueva explotación. Pero este tipo de protección no ha impedido que se retome la minería, por ejemplo, en Riotinto (Huelva), donde la superficie a explotar y el precio del cobre hacen más rentable el reaprovechamiento minero, pese a lo cual, el seguimiento arqueológico continuado es obligatorio.

Nada que rascar

«Hemos encontrado el viejo filón y restos de galena dentro de él, pero la cantidad es mínima. Las últimas prospecciones para retomar la minería en Eivissa se llevaron a cabo en 1956 y ya entonces concluyeron que no se podía tomar en consideración esta posibilidad», puntualiza el alemán desde su despacho en Madrid, donde ha vuelto a la espera de poder continuar su investigación, porque «aún queda mucho por hacer».

«Ahora estamos planificando el levantamiento topográfico exhaustivo de la zona y también esperamos ampliar los sondeos a puntos que valgan la pena, en los que se pueda obtener un rendimiento científico», adelanta. El equipo del Instituto Alemán de Arqueología inició un tercer sondeo el mes pasado, pero la abundancia de material de escombrera moderno dificultaba llegar «a los estratos interesantes». Un equipo de tres arqueólogos no era suficiente para acometer semejante tarea y decidieron volver en un futuro con más colaboradores, entre los que esperan incorporar a representantes de las instituciones españolas. «Pretendemos volver para entender mejor el lugar y el trabajo que en él se hizo en distintas épocas. Hay toda una secuencia de la que solo hemos extraído unas pinceladas», apunta el coordinador de estas tareas.

Presupuesto limitado

Cuándo se retomará el trabajo de campo es todavía una incógnita. Dependerá, entre otras cosas, del presupuesto, que hasta ahora ha asumido por completo la institución alemana. «Ahora que hemos empezado a entender el yacimiento, nos gustaría volver mañana mismo, pero hay que hacer trabajos previos y esperar a los resultados de laboratorio para poder enfocar después con precisión en qué punto se retoma la campaña. El área a cubrir es muy amplia y tenemos un presupuesto limitado», advierte el investigador. Hermanns se dedica principalmente a la arqueología subacuática, pero entiende que la arqueominería tiene gran relación con sus investigaciones previas: «Ambas estudian la economía y la posición de insularidad que tenían Eivissa y Formentera dentro del ámbito del Mediterráneo Occidental», considera, y se muestra interesado por averiguar qué papel jugaban las Pitiüses, no solo como centro de distribución sino como productoras de recursos propios.

«En el contexto arqueológico subacuático observamos que Eivissa siempre fue un cruce de vías marítimas, pero además tenemos nociones de que también fue aportadora de recursos como la sal y también agrarios, como exportadora de vino. Sin embargo, nunca se ha tenido en consideración el papel que pudieron tener los recursos metalíferos en aquella época», reflexiona.

Todos los hallazgos de estas campañas, una vez concluido su estudio, serán entregados al Museo Arqueológico de Eivissa y Formentera.