El principal imputado de la trama Gürtel, el empresario Francisco Correa, pretendía sobornar al aparejador municipal de Sant Joan para que encubriera las ilegalidades de las obras que había efectuado en la vivienda que el empresario detenido posee en Punta Grossa, en sa Cala de Sant Vicent, y eludir así la orden de paralización que pesaba sobre los trabajos. También, y por recomendación del arquitecto ibicenco Josep Torres, que dirigía las obras, intentó hablar con el conseller balear de Obras Públicas del Govern, Jaume Carbonero, para que éste influyera sobre dicho técnico municipal.

La necesidad de hacer regalos caros al aparejador aparece insistentemente en boca de Correa en varias conservaciones incluidas en el sumario. «Correa valora la posibilidad de llevar un reloj (Cartier o Rolex) o bien un sobre con 6.000 euros al aparejador con el fin de que dé el visto bueno a las obras», recoge un informe policial. En una de las conversaciones intervenidas por orden judicial, Correa charla con uno de sus colaboradores, llamado Julio:

– Correa: Ya le he dicho yo, Pepe [Torres, el arquitecto de las obras], mira, si tenemos que regalarle un Cartier o un Rolex al aparejador, se lo regalamos.

– Julio: Un jamón por lo menos.

–Correa: Un jamón, no, un buen reloj, sí, yo ya de perdidos al río, gastarte 3.000 o 4.000 euros

...

–Correa: Ponerle lo que sea, lo que he dicho yo, tío, un buen regalo o le doy un sobe con 6.000 euros.

Entre las conversaciones telefónicas transcritas en el sumario del caso, cuyo secreto fue levantado parcialmente el pasado martes, aparece también una conversación entre Correa y su arquitecto ibicenco, Josep Torres –el mismo que diseñó la mansión ilegal de Michael Cretu–, en la que éste le informa de que el Consell de Ibiza ha denunciado el «exceso de edificación» en relación al proyecto inicial de la vivienda de Correa, y por eso las obras están paralizadas.

El arquitecto da cuenta entonces a Correa de las gestiones realizadas y le comenta que hay dos vías para resolver la situación. La primera, la «vía normal», consiste en la «elaboración de un informe que ya ha presentado al Consistorio para que el aparejador diga que la construcción está dentro de la legalidad, es decir, de acuerdo con la licencia de obra y lo remita al Consell». Y la segunda, consiste en proponer a Jaume Carbonero, conseller de Obras Públicas y Vivienda del Govern, a quien identifican erróneamente como miembro de IU–, para que «éste intermedie con el fin de desbloquear la situación».

El jefe de la trama Gürtel y el arquitecto ibicenco Josep Torres conversan el 31 de octubre del año pasado y dialogan sobre la situación. Torres comenta literalmente que el área urbanística del Consell de Ibiza «está en manos de IU, que invade a los ayuntamientos con denuncias sobre muchas obras y envían celadores a los municipios».

En ese momento, Correa pregunta a Torres si procede a hacer «las gestiones con Izquierda Unida» (refiriéndose a Carbonero), a lo que Torres le dice: «No, todavía no». En ese momento, el empresario responde: «Vale, porque tenemos ahí al máximo, al número uno, para que llame a Ibiza y diga: Oye no toques los cojones aquí». Justo después, el arquitecto le pregunta: «¿Quién es el Maxi?». «El máximo mandatario», apostilla Correa. «Ah, él», dice Torres, a lo que correa vuelve a decir: «El número uno. Para que llame allí y diga, oye, no toques los cojones aquí ¿eh? Es mucho más interesante hacer negocios con IU que con el PSOE o el PP, para que lo sepas», recoge el sumario en la relación de llamadas intervenidas al líder de la trama, lo que se interpreta como un intento de tráfico de influencias.

Mensajes de voz a Carbonero

Según recoge el sumario de la investigación, Correa llamó el día 4 de noviembre del año pasado al conseller balear con el fin de que «éste influya para conseguir una resolución favorable por parte de un funcionario público». No pudo hablar con él y le dejó un mensaje en el buzón de voz: «Soy Paco Correa, ¿te acuerdas de mí? Me imagino que sí, soy el de la casa de Punta Grossa, que el Consell en principio nos ha parado la obra. Bueno, me gustaría hablar contigo para cambiar impresiones y sobre todo para que des instrucciones al aparejador de tu ayuntamiento para que haga la visita con Pepe Torres de que no nos hemos salido de la licencia, que no estamos construyendo más edificabilidad, estamos en lo permitido, te pediría por favor que me llamaras si eres tan amable», recoge el extracto del mensaje de voz intervenido.

El sumario señala que Correa volvió a llamar a Carbonero el 8 de noviembre, y le dejó otro mensaje de voz, donde reconoce que la casa de Punta Grossa es suya, que ha sido paralizada por el Consell y que necesita que vaya el aparejador para verificar que todo es correcto. Le dice que le gustaría hablar con él y le gustaría que fuera el aparejador, que se desplace a Ibiza y que por favor se ocupe, que lleva cuatro años con la casa parada.

Anteriormente, el 5 de noviembre de 2008 –tres meses antes de ser detenido–, Correa apunta que si localiza a Jaume [Carbonero], «coge una avioneta y se marcha a Ibiza, y en una conversación con Torres, éste le da el número de teléfono de Jaume», un número que según el Govern jamás ha pertenecido al conseller.