­A partir de los años setenta se desencadenó el boom del turismo y las inversiones comenzaron a materializarse en un pueblo que seguía creciendo sin control ni ordenación. Debido a que los recursos económicos de los emprendedores locales de la época no eran muy abundantes, algunos turoperadores alemanes empezaron a financiar la construcción de establecimientos hoteleros a los que durante dos décadas estuvieron enviando a sus fieles clientes.

Sin embargo, existía un inconveniente ya que no se permitía la construcción de hostales de más de 45 plazas debido a que no había suministro de agua ni red de alcantarillado ni sistemas de depuración. De esa forma se fue consolidando en Formentera, y en es Pujols, la construcción de pequeños establecimientos familiares que durante muchos años fueron el modelo de la actividad turística local.

Francisco Ferrer Ferrer, Xicu de sa Volta, que fue presidente a finales de los ochenta del Patronato Municipal de Turismo, recuerda que el turoperador Transair, «era el más familiar que apostó por los establecimientos más pequeños, aunque se presionaban con los precios durante un par de años». Reconoce que entonces los márgenes de beneficios eran más evidentes, lo que les permitió crecer.

Este empresario abrió su restaurante el 30 de mayo de 1970 y durante los siete años siguientes fue creciendo hasta llegar a ocupar mil metros de solar. Luego llegó el hotel que actualmente tiene 25 habitaciones. «Entonces, en invierno, había mucha gente con segunda residencia; suizos de Cala en Baster, alemanes y luego muchos trabajadores, sobre todo valencianos», recuerda.

Tanto Ferrer como Xicu Marí Mayans coinciden y casi al unísono: «Esto empezó a crecer de forma muy desordenada». Como ejemplo, Xicu de sa Volta cuenta que llegó un momento en que las fosas sépticas no daban abasto. «Por la noche se ponía la bomba en marcha y a echar a la finca del vecino, hasta que ya empezó a oler tanto que nos organizamos y, también por la presión del Ayuntamiento, montamos la primera depuradora». Eso provocó la creación de la Asociación de Vecinos de es Pujols que compró un solar de 1.000 metros cuadrados, en la actual plaza Europa, para una depuradora que tenía una capacidad para unas 2.000 personas, pero que acabó tratando las aguas sucias de unas 4.000. El Ayuntamiento se hizo cargo de la instalación a finales de los ochenta con la construcción de la Estación Depuradora de Sant Francesc, y se desvió el caudal mediante una estación de bombeo.