Dos lanchas de 17 y 22 metros de eslora amarraron durante toda la noche del sábado al domingo en Cala Saona (Formentera) con sus cabos sujetos a tierra, según denunció un vecino, que además tomó imágenes de esa peligrosa práctica, prohibida y que comienza a ser habitual en las Pitiusas.

Al parecer, una de las embarcaciones tenía bandera de un país de la Commonwelth y el otro de Bélgica. El piloto de una de ellas ató un pequeño trapo como señal en el cabo después de que un residente le conminara a retirar el amarre y le advirtiera de la gravedad de lo que estaba haciendo. «Son cabos muy largos, ocupan un montón de sitio desde donde están fondeadas las embarcaciones. Si hubiera pasado alguien por detrás habría ocurrido una desgracia», comentó ese formenterés (que prefiere mantener el anonimato) a este periódico. Por ejemplo si una moto acuática o una lancha neumática hubiera pasado entre el yate y el acantilado podría haber ocurrido un accidente.

Por la mañana, esa cala de Formentera estaba atestada de embarcaciones que en caso de haber optado por navegar a la popa de esos dos yates podrían haber sufrido graves daños, tanto materiales como de sus tripulantes. El vecino avisó a la Guardia Civil, que se presentó a mediodía en una lancha. Los patrones soltaron los cabos nada más ver a los agentes, que les conminaron a alejarse de la costa a una distancia adecuada, según un testigo.

La práctica de amarrar las naves a la costa se está convirtiendo en una peligrosa moda durante este verano en el cada día más anárquico litoral pitiuso. Hace escasos días circulaba por las redes sociales la imagen de otro yate que además de fondear sobre posidonia había largado desde popa a tierra un cabo en Cala Jondal. El viernes, otros dos yates hicieron lo propio en Punta Rasa (Formentera): uno de los cabos medía 70 metros.