Arcadi Oliveres (Barcelona, 1945), profesor de Economía Aplicada de la Universitat Autònoma de Barcelona, activista social, defensor de los derechos humanos y uno de los iniciadores del movimiento 15M, ofreció el martes una conferencia en Formentera, dentro del programa de la Obra Cultural Balear (OCB), ´Primavera de Cultura´, titulada ´La difícil i possible llibertat en el temps que vivim´.

Pero el interés de la charla, a la que asistió numeroso público en la sala de actos del área insular de Cultura, trascendió el título de la conferencia, ya que Oliveres es uno de los apoyos más sólidos de la candidatura de Barcelona en Comú, de Ada Colau, a la capital catalana.

Con la sabiduría que le da la experiencia apunta que tras las elecciones se ha producido «un primer movimiento político, que no social, ya que ese se produjo antes». Recuerda entonces como empezó el 15M, en el verano de 2011, «con los manifiestos y las asambleas, por lo que he interiorizado mucho esa protesta social desde el primer momento». Continúa destacando que en 2012 se produjeron «las mareas: la educativa, la sanitaria, la de los desahucios, la de los pensionistas y al final se llegó a la conclusión que había que articular esto desde un punto de vista político». De allí salieron esas plataformas ciudadanas que ahora se han convertido en las alternativas de gobiernos municipales de ciudades como Barcelona, Madrid o Valencia.

Unidad de la izquierda

A pesar del aparente éxito de esas candidaturas Oliveres opina que «el resultado ha sido bueno pero podría haber sido mejor con la unidad de toda la izquierda».

En este punto Oliveres hace un paréntesis al reconocer que ha luchado «toda la vida», para conseguir esa unidad progresista. Observa que esa división no se produce en los partidos de derechas porque «tienen el prurito de la cartera y en eso están siempre de acuerdo, en cambio en la izquierda tienen el prurito de la ideología».

Por eso avanza que de cara a las próximas elecciones autonómicas catalanas seguirá trabajando para unir a la izquierda -«a ver si conseguimos tirar adelante este proyecto»-. Añade que junto con Teresa Forcades trabajan en la plataforma Procés Constituient, que pretende «coaligar a los distintos partidos. Llevamos dos años con conversaciones y veremos el resultado», declara, y se muestra muy cauto en cuanto al futuro de los nuevos partidos: «Cuidado, son nuevas formaciones pero pueden caer en los mismos defectos que los partidos tradicionales, estos vicios son difíciles de quitar pero fáciles de adquirir».

Como economista ha sido uno de los principales azotes de la banca durante la crisis. Sus argumentos parten de algo que aprendió en la facultad, cuando era estudiante: «Hace 50 años me enseñaron que la economía tendría que procurar satisfacer necesidades humanas». Como ejemplo tira de estudios y recuerda que en 2008 la ONU hizo una cumbre para tratar el principal problema de la humanidad, que es el hambre en el mundo. Concluyó que sobraban alimentos y que estaban mal distribuidos, especialmente en África. Entonces la ONU, subraya, fijó en 50.000 millones de dólares al año la cifra necesaria para reducir el hambre en el mundo. Los países ricos aportaron 12.000 millones de dolares: «Pero esos mismos gobiernos tres meses después comenzaron con los rescates bancarios, he contabilizado todos los rescates y la cifra es de 4 billones, 600.000 millones de dolares, 92 veces más que lo necesario para paliar el hambre en el mundo, un sistema capitalista que permite la muerte de 50.000 personas cada día es inviable».