La gran transparencia y limpieza de las aguas de Formentera es una percepción generalizada, corroborada además por un estudio de calidad microbiológica de las aguas de baño de las Pitiusas elaborado por el laboratorio de Salut Pública de Ibiza, organismo que depende del Govern, y para el cual se analizaron 9.000 muestras recogidas en 48 playas entre 1999 y 2013. El texto no se ciñe únicamente al estricto cumplimiento de la normativa legal vigente, que por lo general cumplen todas las playas pitiusas, sino que va más allá y analiza la calidad del agua desde una perspectiva medioambiental.

Este informe permite extraer conclusiones como que la tipología de cada playa influye en la calidad de sus aguas mucho más que su nivel de ocupación. Es decir, que las playas urbanas, las más próximas a los núcleos habitados, aparecen más contaminadas que las consideradas semiurbanas o naturales (todas las de Formentera se incluyen en esta última categoría). Las playas de Formentera presentan una mayor ocupación que las de Ibiza, pero estas están más próximas a zonas urbanizadas. Como resultado, el 52 por ciento de las muestras de agua de la Pitiusa menor analizadas durante los últimos 14 años presentaban una ausencia total de bacterias enterococos (0 unidades por cada 100 mililitros). Este indicador de buena calidad se reduce al 27 por ciento, la mitad, en el caso de Ibiza.

El estudio realiza una comparativa de la carga microbiana, en concreto del número de enterococos, detectada en las playas del municipio de Ibiza (Talamanca, ses Figueretes y Platja d´en Bossa) consideradas urbanas y con una alta ocupación y las de Formentera, etiquetadas como naturales pero también con alta ocupación.

En las playas de Vila las mayores concentraciones microbianas se producen al inicio y al final de la temporada turística, coincidiendo con las épocas de lluvias que favorecen el vertido de las escorrentías de calles próximas. El mejor momento de estas playas se da en plena temporada de baño, cuando mayor ocupación hay, pero las muestras carentes de enterococos son apenas el 30% de las recabadas, un porcentaje que se considera reducido.

En Formentera la evolución de la calidad sigue un patrón bien diferente. Al inicio de la temporada turística entre el 60 y el 70 por ciento de las muestras analizadas presentan una ausencia total de enterococos. La calidad del agua se va reduciendo progresivamente y al final de la época de baño en torno al 30/40 por ciento de las muestras están completamente limpias. Por lo tanto, la calidad de las aguas de Formentera en su peor momento es igual o superior a la de las playas de Vila en sus días más excelentes.

El número de incidencias (presencia de bacterias superior a lo que marca la normativa) registradas entre 1999 y 2014 es muy variable: hay playas que no han sufrido ni una mientras alguna acumula 20. Se observa un periodo inicial (1999-2004) con registros relativamente bajos, mientras que entre 2005 y 2012 el número de incidencias fue «sensiblemente superior».