­El cementerio viejo de Sant Francesc Xavier está desvelando algunas de las incógnitas que rodean la historia de Formentera durante el siglo XVIII. Unos trabajos de restauración pretenden convertir este enclave en un lugar de visita histórica donde a través de paneles informativos se explicarán sus distintas fases de construcción, así como los datos más relevantes que se han podido extraer del análisis de los restos recogidos en el osario de este espacio.

En una primera cata del 20% de su superficie, se han encontrado restos pertenecientes a, por lo menos, 212 individuos. Esos estudios desvelan que la altura media de las personas allí enterradas era de 1,63 metros en los hombres y de 1,53 metros en las mujeres. También se ha constatado la prevalencia de enfermedades infecciosas y, aunque se han hallado abundantes restos de personas longevas, también se ha detectado una fuerte tasa de mortandad entre los 18 y los 30 años. Entre las enfermedades que más destacan está las afecciones inflamatorias y la artritis.

Las obras de consolidación de este cementerio, clausurado y en estado ruinoso, las lleva a cabo el Consell de Formentera en colaboración con el obispado pitiuso, como propietario, aunque es la institución insular la que asume el coste de los trabajos, que ascienden a 57.000 euros.

La consellera de Patrimonio Sonia Cardona y el párroco Miquel Àngel Riera explicaron ayer que la restauración es muy importante al tratarse de un Bien de Interés Cultural (BIC) catalogado y que forma parte del patrimonio histórico. El técnico de Patrimonio, Jaume Escandell, indicó que el cementerio viejo data del siglo XVIII, ya que existen referencias documentadas de 1757, y estuvo operativo hasta 1940, cuando se empieza a utilizar el actual camposanto, cuya construcción se inició en 1938.

El arquitecto redactor del proyecto, Marià Castelló, detalló, por su parte, que esta intervención pretende «consolidar este elemento utilizando los mismos sistemas constructivos del propio bien; recuperarlo para la ciudadanía y también persigue un objetivo didáctico, es decir, reflejar las partes históricas de este lugar, cruzado por el medio por una línea imaginaria que une dos cruces-hitos de las tierras que fueron otorgadas a Marc Ferrer en 1695».

Antes de iniciar la redacción del proyecto, el Consell encargó la realización de un estudio histórico y de la evolución constructiva al especialista Antoni Ferrer Abárzuza. Ese informe reveló que, inicialmente, el recinto era más pequeño y que en 1839 aumentó su superficie por los lados noroeste y suroeste alcanzando el perímetro actual. Las capillas levantadas en su interior también corresponden a finales del siglo XIX.