­La Cámara de Comercio de Ibiza y Formentera ha decidido otorgar el premio Posidonia de este año al Hotel Cala Saona coincidiendo con el 60 aniversario de su creación, en 1954, a cargo de Juan Ferrer Castelló, Platé, (1905-1965), cuyos descendientes, la tercera generación, están al frente de este establecimiento de cuatro estrellas. Pero detrás de este galardón se esconde una iniciativa que fue pionera en su momento en Formentera, fruto de la iniciativa del fundador que sus descendientes han mantenido viva.

Su nieto, Joan Antoni Ferrer Ferrer, cuenta que su abuelo emigró a Argentina a los 13 años, justo cuando su madrina le hizo su primer par de alpargatas «con suela de caucho; hasta entonces se pasó su infancia descalzo», rememora. De regreso de su primer viaje a Buenos Aires, en 1922, y gracias a sus ahorros compró un solar en la finca de sa Senieta, en Sant Francesc. Poco después realizó un segundo viaje con el mismo destino y de vuelta puso la primera piedra de la actual Fonda Platé, en el centro de la citada localidad.

Al principio este local solo tenía una sala principal, una cocina y un pequeño dormitorio que dirigió él mismo junto a su mujer, Catalina Torres Mayans, na Catalina des Puig des Faro, hasta que estalló la Guerra Civil y pasó a ser ocupado por las monjas.

En ese momento de convulsión social y política Juan Ferrer Castelló y su familia se van a Barcelona, donde nacerá su hijo, Juan Ferrer Torres, Juanito Platé, en 1935. Primero trabaja en el hotel Ritz como cocinero especializado en repostería, y poco después como marinero en el yate del cónsul de Islandia en esa ciudad.

Un velero al sur de Francia

Tras no pocas vicisitudes y varios viajes, con un velero al sur de Francia, Juan Ferrer Castelló y su familia se establecen en Mónaco. Comienza a trabajar de pastelero para la casa real de ese país y, acabada la contienda española, todos regresan a Formentera.

También fueron determinantes en ese momento, según relata el nieto, los contactos de su abuelo «con los dos bandos», lo que le permitió entablar amistad con el político franquista y periodista de la Transición, Carlos Sentís Anfruns (Barcelona, 1911-2011), que es el padrino de su padre y facilitó en esos tiempos las cosas a la familia gracias a la confianza y el cariño que entabló con ellos.

La visita de Raniero y Onasis

Una de las anécdotas de esta intensa y ajetreada vida es que en 1949 el príncipe Rainiero de Monaco, junto con Aristóteles Onassis, recalaron en Formentera y fondearon, con un yate propiedad del segundo, frente a es Molí de Sal en ses Illetes, y preguntaron por él. Entonces Juan Ferrer Castelló preparó un pastel, un brazo de gitano, y se pasó todo el día a bordo del barco.

La Fonda Platé se convirtió en los años cincuenta del pasado siglo en uno de los locales más frecuentados por vecinos y salineros. Es entonces cuando amplió este local con habitaciones en la planta piso. El negocio iba viento en popa y Ferrer decidió comprar un terreno en Cala Saona, donde en 1954 puso la primera piedra de la entonces residencia. Un año después abrió sus puertas asumiendo la dirección mientras que su hijo se encarga de la Fonda, donde en 1962 instaló la primera antena de televisión de la isla, todo un acontecimiento para la época. Tres años más tarde falleció Ferrer Castelló de una parada cardíaca a los 60 años y a partir de entonces la Fonda dejó de alquilar habitaciones y su hijo Juan Ferrer Torres se dedicó a la residencia Cala Saona, dejando en alquiler la gestión de la Fonda Platé.

Su nieto relata esta historia con orgullo y no duda en calificar a su abuelo de «visionario» para la época en la que vivió, al saber entender el potencial que tenía el turismo, que comenzó a conocer en Mónaco, y apostar por explotar el atractivo del sol y playa de Formentera. Joan Antoni lo resume así: «Mi abuelo ve la oportunidad del turismo y se lanza, pero el que consolida y amplía la residencia Cala Saona para convertirla en hotel es mi padre y él nos deja el establecimiento».

La tercera generación

En 1989 Juan Ferrer Torres realizó una ampliación del hotel con un proyecto del arquitecto Francesc Negre Ripoll. Actualmente, el hotel Cala Saona está dirigido por los tres hermanos: Lina, Antònia y Joan Antoni Ferrer Ferrer. Claro que su madre, Antonia Ferrer Marí, también tuvo mucho que ver en todo ese proceso.

Joan Antoni precisa que la evolución de este negocio va pareja al desarrollo del turismo en Formentera: «En los sesenta, con la presencia de franceses del Club de los Argonautes; en los setenta seguirán los turoperadores alemanes, y a principios de los noventa irrumpe el turismo italiano».

Reconoce que su familia ha sabido aprovechar los distintos flujos de visitantes, adaptándose a cada momento, y en la actualidad él y sus hermanas han visto la necesidad de dar un giro al principal establecimiento de Cala Saona para realizar una reforma profunda en 2013 que ha convertido este local en un hotel de cuatro estrellas, con spa y dos pistas de paddle, entre otros servicios.

La reciente reforma integral del hotel corrió a cargo del arquitecto Luis Mesón, que falleció hace un año y «desgraciadamente no pudo ver finalizada la obra que siguieron sus hijos», apunta.

El futuro

En estos momentos los tres hermanos Ferrer Ferrer están al frente del establecimiento y Joan Antoni avanza que ya está entrando la cuarta generación: «Tenemos una sobrina que ha entrado como recepcionista y un sobrino que tras pasar por varios departamentos ha elegido la cocina. Tanto es así que este invierno está estudiando en la Escuela de Hostelería y Cocina Hofmann de Barcelona».

De forma paralela, la empresa familiar ha ido creciendo y en los últimos años han adquirido varios establecimientos hoteleros como los apartamentos Es Caló y el Jardí de Migjorn, así como el restaurante Es Caló.

Joan Antoni Ferrer avanza que el objetivo estratégico que tiene la empresa es establecerse como una marca relacionada con la calidad dentro del sector. Cuentan con una plantilla de 50 profesionales entre todos los locales que regentan. En este punto, el nieto del fundador de esta saga de empresarios turísticos afirma: «A todo este equipo de profesionales hay que darles las gracias ya que solo con unas instalaciones modernas no se conseguiría el resultado que estamos teniendo, el equipo humano es tan importante como las instalaciones y una cosa va ligada a la otra».

Ofertas para trabajar

Añade que el cambio de rumbo que han marcado en la empresa ha provocado que muchos profesionales se hayan ofrecido a trabajar con ellos «porque quieren desarrollar su vida laboral en este entorno, que es privilegiado y lo vemos cada día».

Se muestra muy satisfecho por el premio que les ha otorgado la Cámara de Comercio: «Estamos todos, la familia, y especialmente mi padre, muy agradecidos por este premio ya que ha luchado toda su vida por esto. También por mi abuelo, un auténtico visionario del que nació la idea original y que supo aprovechar la oportunidad con unos medios muy precarios. Además, vemos que los clientes valoran lo que hemos hecho».

Reforma del Hotel | «Hemos hecho una apuesta por la excelencia y la calidad, por eso el premio»

El hotel Cala Saona se ha convertido en una referencia de cómo se transforman algunos de los establecimientos hoteleros de la isla. Joan Antoni Ferrer lo tiene claro: «Tras casi 30 años era necesario hacer una reforma, casi hemos esperado demasiado, pero hemos hecho una apuesta por la excelencia, por eso este premio de la Cámara de Comercio». Afirma que la filosofía que les guía es «innovar y buscar el cliente total que quiere un servicio que no encuentra en otro sitio y que está dispuesto a pagar». Desde 1989 el hotel tenía la categoría de tres estrellas, pero ahora ha subido a cuatro. Ferrer apunta que para hacerlo han bajado su capacidad en 20 habitaciones, por lo que ahora tiene 98 habitaciones, con cuatro ´suiteS´ y más espacios comunes y servicios complementarios.