A finales de 1932, Bernardo Cinnamond James (de nacionalidad británica), compró la isla de s´Espalmador a Carlos Tur Roig. En un documento mecanografiado, firmado el 29 de diciembre de ese año, José María Llorens Clariana, en nombre y representación de Cinnamond, suscribe un compromiso de compra en el que se precisan las condiciones de la venta. Allí se deja patente que el señor Tur «es propietario de una finca que constituye la isla llamada Espalmador (...) de extensión aproximada de 1.430 turnais», medida que se utilizaba en la época y que es equivalente a un total de unas 137 hectáreas. Asimismo queda recogido que el «señor Cinnamond compra la descrita isla por el precio de cuarenta y dos mil quinientas pesetas». Más adelante se estipula que el pago efectivo será de 22.500 pesetas y el resto del montante se repartiría en anualidades entre 1933 y 1936.

También queda acordado que «el señor Cinnamond tomará posesión de la finca el día en que realice el primer pago». El documento añade: «Manifiesta el señor Tur que todo el ganado mayor y menor, menos las gallinas, palomos y patos, son de su exclusiva propiedad». Actuaron como testigos del contrato, los vecinos de Formentera Antonio Tur Tur y Juan Mayans Castelló.

¿Pero qué motivó a Bernardo Cinnamond a comprar s´Espalmador? La respuesta la da su nieto, Norman Cinnamond: «Todo empezó de una forma bastante curiosa, mi abuelo era un gran aficionado a los caballos y tenía una cuadra importante de jacas de polo, pero a mi padre, Bernardo Cinnamond Bertrand, que era hijo único, no le gustaban los caballos, entonces mi abuelo vendió la cuadra y se compró un barco». De esa forma comienza a navegar por las Balears: «Pasan por Ibiza y no encontraron nada que les gustara, así que luego se fueron a

Formentera». Una vez en esta isla les ofrecen primero comprar s´Estany des Peix, pero Bernardo Cinnamond, consideró que «comprar agua no merecía la pena», rememora su nieto, a pesar de que en aquel momento ya compró una serie de terrenos alrededor que luego fue vendiendo.

Entonces surgió la posibilidad de comprar s´Espalmador: «La visitó, le pareció interesante y la compró». A partir de ese momento toda la familia queda ligada hasta ahora a la isla. En 1941 el abuelo Cinnamond vende la isla a su hijo, y cada año sin fallar pasan largas temporadas en el islote: «Mi padre murió antes que mi abuelo, en 1972, y él tres años más tarde, pero hasta el último año de su vida estuvo viniendo a la isla», subraya Norman Cinnamond, que con su hermana y sus familiares mantienen la tradición del veraneo en s´Espalmador.

Los actuales propietarios señalan que su planteamiento es mantener la finca «tal y como está», por lo que siguen realizando los trabajos propios del mantenimiento de un lugar de estas características y cuentan con un guarda que todo el año se encarga de la vigilancia, entre otras tareas.

La finca en los últimos años ha sido afectada de forma importante por el deslinde de la zona marítimo terrestre, por la que en la actualidad los hermanos Cinnamond son propietarios de 80 hectáreas, algo que asumen «porque no queda más remedio», ya que el recurso que presentaron en su momento no prosperó.

Más recientemente les afectó la declaración del Parque Natural de ses Salines, protección con la que están de acuerdo.

Sin embargo, ahora los dueños entienden que se debe poner coto a determinadas actividades que además de ser ilegales, como los baños de fango o las acampadas y fondeos en sa Torreta, dañan el entorno. No obstante, Norman Cinnamond deja clara la postura de la familia:

«Siempre hemos pensado en respetar la isla tal y como estaba, nos gusta mucho, le tenemos mucho cariño y aprecio». «La Administración con nosotros se está portando bien, no nos quejamos de forma acusatoria, solamente queremos evitar que los baños de barro se publiciten; y lo de sa Torreta, no tiene nombre», señala, en alusión a los campamentos que se montan en este lugar, pese a que está prohibido.

Cinnamond aplaude asimismo al Consell de Formentera en cuanto a la limpieza de la playa de s´Alga, que «ha mejorado», ya que desde que no hay papeleras no se acumulan montones de bolsas, además de que el servicio de recogida acude varios días a la semana. También valora la instalación de las boyas ecológicas por parte del Govern, lo que ha reducido el número de barcos fondeados.