­Los propietarios de la isla de s´Espalmador, los hermanos Norman y Rosy Cinnamond Planás, observan con preocupación y con una sensación amarga, mezcla de impotencia y resignación, cómo se está degradando progresivamente este espacio situado en pleno Parque Natural de ses Salines de Ibiza y Formentera por la falta de vigilancia y control. Y tienen suficientes motivos para estarlo.

Norman Cinnamond, reconocido arquitecto que reside en Barcelona, su hermana y familiares se trasladan en las temporadas de verano a la casa del islote, que mantienen en las mismas condiciones originales, y donde han pasado su infancia. Desde hace varios años observan cómo cientos de visitantes, haciendo caso omiso a las señalizaciones que impiden el paso a la laguna interior a la que se accede por pasarelas de madera, se dirigen a modo de peregrinaje hacia las pozas situadas al oeste de la laguna, donde de acumulan fangos de sospechosa salubridad.

Prohibido bañarse en el lodo

«Existe una normativa desde 2006 que prohíbe el baño en el barro pero no hay forma de que nadie obligue a cumplirla, entiendo que esto le correspondería a Medio Ambiente [Govern balear], que es quién tiene que poner coto», afirma Norman Cinnamond durante la conversación telefónica. Este propietario advierte, además, de que la degradación del entorno no solo se queda en el incumplimiento de esa prohibición, sino que los bañistas se limpian después el barro en la playa de s´Alga: «Ensucian toda la bahía de s´Espalmador, todo su fondo está de color gris del barro [que dejan los visitantes]».

El problema se ha ido agravando año tras año mediante la falsa propaganda divulgada a través de canales de promoción turística, que atribuyen a esos baños de lodo falsas cualidades beneficiosas para la piel.

Cinnamond asegura que ha llegado a contar personalmente «hasta 300 personas en un día, y eso se repite cada día», apunta. También expresa serias dudas sobre las garantías sanitarias de la inmersión en las pozas: «A mí no me corresponde pero está la cuestión sanitaria ya que no está controlado de ninguna manera». Cinnamond añade que aunque la laguna esté vallada y señalizada, los bañistas hacen caso omiso a la prohibición de pasar.

Este mismo año se desplazó personal de la conselleria balear de Medio Ambiente para reponer el vallado, que estaba muy deteriorado: «Pero da igual, lo saltan, les da lo mismo», insiste. A su juicio, esta moda de los baños de barro está relacionada con «la propaganda de agencias de viajes que lo anuncian como uno de los atractivos». Cinnamond apunta que ha comprobado que cuando llega un barco de turistas se pueden observan «auténticas procesiones de gente metiéndose en el barro sin que nadie lo evite».

El propietario del islote entiende que la Administración competente tendría que actuar ya que esas pozas no tienen la cualidades que se les atribuyen falsamente: «Cuando me dicen que las charcas tienen interés siempre digo que son un asco; en cambio se olvida defender el hecho de que sea una zona de paso de aves migratorias y de nidificación de algunas especies», advierte.

Sa Torreta, un campamento

El segundo punto conflictivo donde se desarrollan numerosas actividades no autorizadas en el Parque Natural es la playa de sa Torreta, al noroeste del islote de s´Espalmador. Cinnamond no tiene palabras para describir lo que allí ocurre cada verano: «Esto es... ni le cuento; es un campamento descontrolado, han montado muertos [piezas de hormigón para fondear barcos] en el fondo a tres metros de la playa, algunos tiran directamente el ancla sobre la playa, hacen barbacoas, tienen escondites detrás de las sabinas para guardar cosas, hacen todas sus necesidades por allí, friegan los platos en el mar y no sé cuántas cosas más», denuncia.

Tanto es así que este verano decidió llamar a la Guardia Civil: «Y retiraron todas las sillas y demás que había por allí pero claro, en cuanto a los muertos me dijeron que no les correspondía a ellos retirarlos», relata.

Cinnamond asegura que el gran problema es que «la gente se instala a vivir allí y algunos se pueden pasar un mes y utilizan sa Torreta como un camping sin ningún tipo de infraestructura, y eso que está prohibido el camping en Formentera», ironizó.

Reconoce que ha mantenido contactos tanto con la consellera insular de Medio Ambiente, Silvia Tur, como con la directora general de Medio Natural del Govern, Neus Lliteras: «Pero ante esta situación si no me defiende la Administración yo no me puedo hacer nada solo, por eso estamos absolutamente indefensos, con una sensación que va entre la indignación y la resignación», concluye.

Respeto al entorno: «Solo no puedo vigilar 137 hectáreas de propiedad»

La isla de s´Espalmador tiene una superficie de 137 hectáreas, de las que 80 son propiedad de Norman y Rosy Cinnamond y el resto, unas 50 hectáreas, forma parte de la zona de uso y dominio público litoral. Es una finca indivisa y desde el punto de vista urbanístico es inedificable al estar en el Parque Natural.

Además sus propietarios son conscientes del valor medioambiental y están a favor de que su finca cuente con esas figuras de protección: «Me parece muy bien el Parque Natural», afirma Norman Cinnamond para luego añadir que lo que solicita es una mayor implicación de la Administración: «Solo no puedo vigilar 137 hectáreas», apunta. La degradación que denuncia tiene su máxima expresión en la desobediencia sistemática de la prohibición de bañarse en el barro y en el descontrol de ocupación en sa Torreta donde en agosto tuvo que intervenir la Guardia Civil.