En los últimos cuatro años las agresiones a las praderas de posidonia del Parque Natural de ses Salines, especialmente en la zona de mayor afluencia de barcos de recreo en los meses de verano, al noroeste de Formentera, se ha demostrado con los datos extraídos del reciente informe realizado por la consultoría ambiental Oceansell, con el impulso del biólogo Manu San Félix.

Lejos de ser un fenómeno reciente las sucesivas agresiones registradas en las dos últimas décadas ponen en evidencia la pasividad de las distintas administraciones que han tenido y tienen competencia directa en la protección de un bien natural, catalogado en 1999 por la Unesco dentro de la declaración deIbiza, Patrimonio de la Humanidad e incorporado al catálogo de especie protegidas además ser un hábitat natural reconocido y regulado por directivas de la UE.

La lista de agresiones, provocadas por la actividad humana, se remonta por lo menos a 1991. Entonces, el peligro estuvo relacionado con las extracciones de arena para regenerar playas (práctica muy extendida en las Pitiüses a principio de los noventa y finalmente prohibida). Más tarde se detectaron vertidos de aguas residuales desde emisarios terrestres y en los últimos años el fondeo de embarcaciones de recreo sobre las praderas y la presencia de algas invasoras que afectan al crecimiento de la posidonia.

En la última década del siglo XX, biólogos marinos e investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a través del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea) fueron, junto a las asociaciones ecologistas de ámbito internacional (Greenpeace) y local (GOB), los únicos en llamar constantemente la atención, en los medios de comunicación, sobre las amenazas que se cernía en torno a la citada planta marina que en aquellos años era considerada, erróneamente, como un alga. Al mismo tiempo estos colectivos conservacionistas reclamaban medidas efectivas para evitar su progresiva degradación.

Un proyecto de seis millones

Pero no fue hasta 2001, cuando la UE aprobó el proyecto Life-posidonia que, en teoría, debía concluir en 2006 justo cuando el Govern balear, presidido por Jaume Matas, y con Jaume Font como conseller de Medio Ambiente, se encontró con el proyecto impulsado durante el periodo del Pacte de Progrés (1999-2003), con la ´verde´ Margalida Roselló como consellera balear del área. El desarrollo de ese proyecto incumplió todos los plazos y no se materializó hasta junio de 2006 con la instalación de 113 boyas ecológicas en las zonas de ses Salines de Ibiza, s´Espalmador y es Caló de s´Oli, en Formentera. En el conjunto de Balears el número de boyas instaladas en el resto de los 14 Lugares de Interés Comunitario (LIC) alcanzó las 394.

El presupuesto asignado a este proyecto fue de 5.955.396 euros, de los que 2.977.698 salieron de los fondos comunitarios y el resto debían ser cubiertos por la Comunitat Autònoma. Ese proyecto afectaba al conjunto de las praderas de posidonia de Balears, con una superficie total de 46.459 hectáreas. Pero lo más curioso es que en las actuaciones previstas en el proyecto original, aprobado por la UE, en donde aparecía como primer socio el Govern balear, se preveía la instalación de 1.125 puntos de fondeos en zonas declaradas LIC.

En el informe que presentó la técnica de la dirección general del Medio Rural y Marino de la conselleria balear de medio Ambiente, Elvira Álvarez, se justificaba la reducción de boyas sobre las previstas en principio y las instaladas por «problemas que modifican sustancialmente la acción» y que tenían que ver con la «necesaria información que debe obtenerse de otras acciones en ejecución», en aquel momento, como era la realización de la cartografía de los fondos de posidonia que en el caso de Formentera no se hizo hasta 2008. Álvarez ya apuntaba en el informe el escollo que sigue vigente y que tienen que ver con «el necesario consenso político» destinado «a aprobar figuras legales» que garanticen el mantenimiento de las acciones de protección que pretendía el proyecto europeo Life-posidonia.

A principios del mes pasado el conseller balear de Medio Ambiente, Gabriel Company, insistía en «el gran esfuerzo y el compromiso» de su departamento para proteger los fondos de posidonia, con la instalación de 110 boyas en las tres zonas LIC de las Pitiüses que cuentan con campos de boyas ecológicas desde 2006. En el conjunto de Balears la cifra es de 384 boyas. Entre sus argumentos Company insistía en que el Govern balear había aumentado el número de boyas ecológicas de los campos que controla y que por primer año serán de pago.

Pero lo más grave, tal y como se comprueba al consultar la hemeroteca, es que desde que se empezó a hablar de la posidonia en 1991 hasta ahora se ha avanzado muy tímidamente en su protección mientras aumentan los casos de agresión por fondeo. La realidad es que se redujeron sustancialmente las previsiones iniciales de protección del Life-posidonia, sin que los partidos políticos que compartieron el proyecto en el tiempo actuaran de forma decidida para dar una solución.

Ecologistas y científicos

En abril de 1991 el GEN advierte al entonces delegado del Gobierno en las Pitiüses, Francisco Bonet Redolat, «de los efectos negativos de la regeneración artificial de playas». En junio de ese mismo año un grupo de científicos españoles, italianos y franceses en una conferencia a bordo del buque italiano ´Americo Vespussi´ que visitó Ibiza y Formentera, dentro de un programa de investigación más amplio, alertan sobre la deforestación submarina del Mediterráneo y ya piden el desarrollo de una legislación más protectora ante la «alarmante» situación en el que se encontraban las praderas de posidonia de toda la costa. Entre los factores negativos citan «la contaminación marítima, las extracciones de marisco, la pesca de arrastre, el fondeo de embarcaciones de recreo, la construcción de puertos y la regeneración artificial de playas».

Turismo sin control

En julio de 1997 el GOB y el GEN de Ibiza y Formentera realizaron un listado de agresiones, a petición de la Unión Europea, en la zona protegida de ses Salines. Entre ellas los ecologistas pitiusos ya apuntan «los graves problemas debido al fondeo de yates sin control», situación que afecta «a la conservación de la posidonia». Al mismo tiempo denunciaban «la falta de vigilancia en la zona, teniendo en cuenta la gran afluencia de visitantes «totalmente descontrolada». También detectaron cierta actividad cinegética en la zona húmeda, que fue atajada posteriormente, y la celebración de fiestas nocturnas en el entorno natural.

Patrimonio de la Humanidad

El 1 de diciembre de 1999 la Unesco incluye en la declaración de Ibiza, Patrimonio de la Humanidad, las praderas de posidonia del Parque Natural de ses Salines «por ser un elemento natural de gran valor ecológico». De esa forma se reconoce que las praderas de posidonia edifican auténticos arrecifes naturales que protegen la costa «posibilitando la formación y mantenimiento de las playas, sistema de dunas y bosque litoral, depuran las aguas limpiándolas de sedimentos y oxigenando y sintetizan la materia orgánica». Un año más tarde, el GOB vuelve a advertir de que «las praderas de posidonia están en franca regresión». Por su parte el GEN señala que el destrozo continuará a no ser que se redacte un plan de ordenación para la Reserva Natural de ses Salines, que era la figura de protección anterior a la declaración de Parque Natural. Amics de la Terra insistían en que «numerosos barcos arrancan posidonia» con sus anclas de los fondos marinos de esa zona.

Es Caló de s´Oli

En enero de 2001 un estudio del CSIC realizado por el Imedea detecta un grave deterioro de la pradera de posidonia situada en los fondos de es Caló de s´Oli, producido por embarcaciones de gran calado. El investigador y profesor del Imedea Carlos Duarte daba la voz de alarma: «En esta primera prospección, hemos visto, de forma alarmante, que la pradera de es Caló de s´Oli presenta un estado de deterioro muy serio». Hace doce años la presencia de atuneros fondeados en aguas de la Reserva Natural era la principal agresión que sufría la planta marina. Entonces el director de la Reserva, Luis Berbiela, estaba al corriente de la grave situación a través de Carlos Duarte que insistía, una y otra vez, en «la urgencia» de regular el fondeo de embarcaciones.

Life posidonia

En septiembre de 2001, la UE acepta, dentro del programa Life, un proyecto presentado por el Govern balear para realizar actividades de recuperación y preservación de las praderas de posidonia de la costa de Balears. El presupuesto anunciado del proyecto fue de 964 millones de las antiguas pesetas, con una financiación del 50 por ciento de la UE y la otra mitad del Govern balear, a través de la conselleria de Medio Ambiente y la dirección general de Pesca. El proyecto preveía la creación de 1.125 puntos de fondeo de gestión pública para evitar que las anclas dañaran la posidonia. La creación de reservas marinas era otro aspecto contemplado en este proyecto y en concreto se destinarán a reservas marinas unas 22.500 hectáreas en el conjunto de las Balears.

El Govern aplaza el proyecto

En abril de 2004, la conselleria balear de Medio Ambiente del Govern balear anuncia que el proyecto de regulación de fondeos de la UE en zonas LIC se aplaza por lo menos hasta 2006. El motivo estuvo relacionado con la decisión de la dirección general de la Biodiversidad del Govern de «establecer los puntos aconsejables de fondeo» lo que dependería de los resultados de «minuciosos estudios preliminares» que no comienzan a redactarse hasta julio de ese mismo año. El jefe del servicio de Litoral, José María González Ortea, avanzaba que el proyecto se concluiría a finales de ese año.

Manu San Félix advierte de la regresión

En julio de 2005, el biólogo marino afincado en Formentera Manu San Félix vuelve a encender las alarmas ante lo que ve bajo el agua en cada una de las inmersiones que realiza y que resume en una alarmante degradación de la pradera por la acción de las anclas de las embarcaciones de recreo que fondean de forma indiscriminada entre la zona de Cala Saona y es Trucadors, incluyendo Cavall d´en Borrás, ses Illetes y es Caló de s´Oli. San Félix no ocultaba entonces su «decepción» por lo que considera «el nulo tratamiento que está recibiendo la posidonia entre las actuaciones que desarrolla el Consorcio Ibiza Patrimonio de la Humanidad. También señaló que el debilitamiento que están sufriendo las praderas, por la acción de las anclas, está siendo aprovechado por un alga invasora, la lophocladia illamandii, que acelera el proceso de degradación.

Instalación de boyas ecológicas

En junio de 2006, la conselleria de Medio Ambiente del Govern balear instala en aguas de Ibiza y Formentera 113 puntos de fondeo ecológicos distribuidos en ses Salines de Ibiza, s´Espalmador y es Caló de s´Oli, con un presupuesto de 477.945 euros para los tres campos. El propio conseller balear de Medio Ambiente, Jaume Font, se desplazó a Formentera para asistir al inicio de los trabajos de instalación de las boyas. En aquel momento Font destacó que el proyecto era «experimental» y que en función de los resultados sería ampliado a otras zonas, señalando un plazo de dos años para extraer conclusiones. El primer año de funcionamiento las boyas de las Pitiüses fueron utilizadas por 4.254 embarcaciones. Al año siguiente Medio Ambiente se ve obligada a reponer boyas debido a que muchas de ellas se han soltado por la falta de mantenimiento y el efecto de los temporales. Los ecologistas y expertos insisten en que el número de boyas es «claramente insuficiente».

El detonante del emisario de la Savina y del Turama. Pero lo que marcó un antes y un después en la concienciación ciudadana y de las administraciones respecto a la necesidad de proteger la posidonia fueron dos denuncias hechas públicas por Manu San Félix a través de Diario de Ibiza. La primera fue una impactante foto submarina, tomada en pleno mes de agosto de 2009, que ponía en evidencia el vertido incontrolado de aguas residuales, procedente de la estación depuradora de Formentera, que registró una grave avería que produjo el desagüe de toneladas de aguas sin depurar en pleno corazón del Parque Natural a través del emisario de la Savina.

La segunda imagen fue la enorme ancla del enorme yate ´Turama´. Manu San Félix fue el autor de esa imagen que dio la vuelta al país: la tomó el día 26 de julio de 2011 y en ella se veía cómo la impresionante ancla garreaba en mitad de la pradera de posidonia dejando en ella profundos surcos y destruyendo una importante superficie. Sin embargo, este verano la situación seguirá igual, sin control ni gestión de fondeos en estas zonas donde acudirán cientos de yates, como cada temporada.