El texto de 'El Cíclope y otras rarezas de amor' llegó a Manuel Baqueiro de manos del dramaturgo Ignasi Vidal y lo devoró en una noche. El actor madrileño no dudó ni un momento en que quería embarcarse en el proyecto teatral, con el que lleva de gira desde septiembre del año pasado. Mañana a las 21 horas Baqueiro se subirá al escenario de Can Ventosa, en Ibiza, para dar vida a Pedro, uno de los cinco personajes de esta historia de vidas entrecruzadas.

¿Cómo definiría en pocas palabras 'El Cíclope y otras rarezas de amor'?

Básicamente es un tratado sobre el amor y el desamor, dos conceptos que van ligados. Casi todas las historias de amor, tal como empiezan se acaban o, si no, se transforman o llevan a sitios donde uno no está en el mismo lugar que el otro. En cuanto al género, diría que es una dramedia. Es una obra que te lleva del llanto a la risa rápidamente. Hay un humor soterrado en el texto, que al principio no habíamos descubierto, que al ir ensayándolo fue apareciendo. Es una obra de emociones, divertida y ágil, en la que intentamos que la gente sienta y se vea representada.

¿La obra llega a alguna conclusión interesante sobre el amor?

La obra lo que hace es plantear situaciones y posibilidades a través de unas historias de amor cruzadas. Pero no juzga a los personajes y deja muy abierta la interpretación que el espectador puede hacer al salir de la función. No lanza una clave ni soluciones. Yo creo que es tan complejo el tema del amor y depende tanto de cómo lo viva cada uno que no hay respuestas o, por lo menos, ese es el punto de vista de Ignasi Vidal, el director.

¿El público se puede sentir identificado con los personajes?

Creo que sí. En los encuentros que hemos tenido con el público después de algunas funciones la gente te dice, por ejemplo, que se ha visto en la situación de mi personaje, que es un tipo que se debate entre dos amores, o se ha visto en el personaje de Eva Isanta, que es mi mujer en la función. Al público se le pasa la obra volando y yo creo que es porque se ve representado en cualquiera de las situaciones amorosas en las que se encuentran los cinco personajes que salen en escena. Es algo muy satisfactorio porque tienes la sensación de que estás contando algo que la gente ya ha vivido, está viviendo o le va a tocar vivir.

¿Cuéntenos algo de Pedro, el personaje que interpreta?

Es un tipo que se debate entre dos amores y entre dos situaciones en la vida. Está casado, con un bebé y con una vida estable, tranquila y cómoda, pero de repente entra en escena un amor suyo de juventud que no acabó de concretarse y que se quedó allí siempre pendiente. Ese personaje lo encarna Celia Vioque. Aparte, Pedro es una persona caprichosa, que a veces lo quiere todo y eso le lleva a no saber qué decisión debe tomar. Hasta ahí puedo leer.

¿Se ha sentido a gusto en la piel de Pedro?

Me he sentido muy cabrón porque, al fin y al cabo, es un tipo que está haciendo por momentos doble juego y eso no me hace sentir cómodo a mí. Pero esa incomodidad alimenta mucho al papel. Es muy tentador hacer personajes que se debaten entre dos cosas, que no tienen claro lo que quieren, que tienen fuerzas que tiran en direcciones contrapuestas. Te enriquece mucho. Como actor este papel es un caramelo. Otra cosa es que mientras vas abriendo el caramelo vayas descubriendo cosas muy incómodas. Entiendo a Pedro, porque todos a veces nos hemos sentido en la situación de no saber para dónde tirar entre dos cosas que puedas querer mucho, en este caso, dos personas, pero también me he sentido muy cabrón haciéndolo.

Llama la atención que los diálogos son bastante poéticos.

Sí, algunas escenas tienen un marcado carácter poético en el texto. Lo que pasa es que queremos mucho realismo en la función entonces a todo aquello que es poético intentamos darle mucho costumbrismo, que sea muy cercano, que suene natural, y eso también es un desafío. No es fácil darle verdad a un texto tan poético, hay que currárselo. Ese reto fue lo que me decidió a meterme en la función junto al hecho de que la dirija Ignasi, con el que disfruto mucho trabajando.

En el reparto hay otros dos compañeros que trabajan también en la serie 'Amar es para siempre', Sara Rivero y Daniel Freire. ¿Coincide con ellos en escena?

No, es una pena porque tengo muy buen rollo con ellos, están fantásticos los dos en la función. Por un lado, estoy encantado de trabajar con dos personas con las que no había coincidido antes, que son Celia y Eva, y, por otro, me hubiera gustado tener alguna escenita con Sara y Daniel, pero bueno, así han venido dadas estas historias cruzadas. Lo que sí hacemos es divertirnos muchos en la gira y cuando acaba la función.

Se le conoce especialmente por su papel de Marcelino en esta serie de televisión. ¿Se le ha pegado algo del personaje después de tantos años?

A veces me descubro hablando, andando y respondiendo a la gente como él pero es normal, al fin y al cabo son muchos años con este personaje y evidentemente se te queda una parte de él dentro. Lo sigo disfrutando mucho. La gente me pregunta si no me canso y yo les digo que no porque me lo ponen muy fácil en la productora y en la cadena para poder compatibilizarlo con el teatro. Me da una seguridad laboral que me permite hacer otras cosas. ¿Cómo voy a renunciar a eso?

¿Se ve más como Pedro o como Marcelino?

Tengo más cosas de Marcelino. Creo que soy un poco más espabilado que él, pero quiero pensar que también tengo un punto de su nobleza, del amor a la vida y a la amistad que tiene y soy un poco Peter Pan, como él. Le tengo mucho cariño, después de 13 años, como para no tenérselo.

¿Cine o teatro?

El teatro me gusta muchísimo pero también la tele. El teatro, una vez estás en el escenario es una maravilla, pero también es cansado estar todos los fines de semana con una maleta a cuestas para representarlo por España. Cada uno tiene sus ventajas. Artísticamente hablando, el teatro te pone mucho porque es en el momento, en el aquí y en el ahora, en el caso de fallar no se puede cortar, ni volver a retomar, tienes que seguir, esconder el error y estar vivo y atento. En cambio, en la serie, si tienes un mal día se vuelve a rodar otra toma hasta que salga. En el teatro tienes que darlo todo, es adrenalina pura.

¿Le da tiempo a hacer algo más trabajando a este ritmo en la serie y en dos obras de teatro?

De momento estoy con esto y en junio ya veremos. Hasta entonces sólo pienso en disfrutar al máximo y dejarme la piel por las tres cosas. No vale ir a medio gas, a mí nunca me ha valido. Y ahora a disfrutar de la gira, de la obra de teatro y de Ibiza, que me encanta. Siempre es un lujo escaparme a la isla, sobre todo fuera de temporada alta.