—Son sus segundas fiestas de Sant Bartomeu como alcalde de la localidad, ¿cómo las está viviendo?

—Con tanta ilusión como siempre. La diferencia, al ser alcalde, es que te sientes responsable del programa. Ya no se trata de que yo lo pase bien, sino de intentar que todos los ciudadanos lo pasen lo mejor posible, que haya actividades variadas para satisfacer a niños y a mayores, a deportistas y a amantes de la música, a los que disfrutan de las tradiciones y a los que esperan novedades.

—¿Cuál es la principal novedad del programa en esta edición?

—En el plano cultural, las ‘Nits amples’, que ofrecen al aire libre y de forma gratuita flamenco, jazz… estilos musicales que poco tienen que ver con la música electrónica que se apodera del pueblo en verano. Este ciclo, además de ofrecer otras posibilidades, recupera como espacio público la plaza de detrás de la iglesia, que es un escenario acogedor y bellísimo para eventos culturales. Esta es una opción que nace con voluntad de continuidad, pero también nos subimos al carro de la moda y programamos para los más jóvenes actividades que ahora mismo les llaman la atención, como el holi en ses Variades.

—Han lanzado una campaña para fomentar el consumo responsable de alcohol durante las fiestas...

—Simplemente nos sumamos, como han hecho otras instituciones, a la campaña lanzada por el Govern a través del Plan de Adicciones y Drogodependencias de les Illes Balears. El consumo de alcohol va muy ligado a las celebraciones festivas en todos los pueblos de España y esta campaña informa y advierte contra el abuso. En Sant Antoni hemos puesto en marcha medidas para combatir el botellón, hemos pedido ayuda a otros municipios e instituciones para que los jóvenes tomen conciencia de los riesgos y perjuicios que el consumo excesivo comporta para ellos, así que toda campaña que defienda la moderación nos parece positiva.

—Hay actividades en el programa que son inamovibles, como la gran batalla de Cartagineses y Romanos, ¿cuál cree que es el secreto del éxito de esta celebración?

—Que a todo el mundo le gusta divertirse y este evento consigue sacar de casa a los vecinos; lo disfrutan sobre todo los residentes, que son quienes participan. Es una fiesta que aúna disfraces, humor y música, normal que triunfe. Lo mismo ocurre con muchas otras fiestas populares que se celebran en verano a lo largo de toda la costa mediterránea.

—¿Ha participado alguna vez?

—Aunque se remonte hasta Cartago es una fiesta relativamente reciente, doce ediciones, y cuando empezó yo ya tenía una edad. La he disfrutado como espectador, pero nunca me he sumado a ningún ejército. A mí el tomate, en ensalada.

—¿Cuál es su acto favorito de las fiestas de agosto?

—Del programa de este año me hace especial ilusión el concierto de UC, y también el de la Banda de Música de Sant Antoni en la plaza. Interpretarán bandas sonoras de películas y será un placer poder escucharles sentados a la fresca. Ya ves que soy bastante tranquilo.

—¿Alguna actividad que desearía incluir en próximos años?

—Me gustaría ampliar y consolidar la oferta cultural, de calidad y a poder ser gratuita. La oferta para niños está bien cubierta, hay casi una veintena de actividades en programa para ellos, y la deportiva también, gracias a los clubes que siempre se implican. También ese lado divertido que tienen las fiestas populares está garantizado, así que yo apostaría por incluir actos diferentes, quizás más minoritarios, pero que contenten también a otro tipo de sensibilidades.

—Hablando del municipio, en general, ¿qué considera que ha mejorado en este último año?

—Una de las decisiones de las que estoy más satisfecho es la restricción de acceso a Cala Salada. Sabíamos que iba a ser una medida polémica, porque todos los cambios lo son. Siempre hay gente que quiere que las cosas sigan como siempre, por más que se haya demostrado que no funcionan o a pesar incluso de que esas prácticas contradigan las normas. Y no estoy hablando ahora de Cala Salada sino de cualquier pequeño cambio que se quiere introducir. El mecanismo de la inercia es muy pesado, pero si me embarqué en este proyecto no fue para que todo siguiera igual.

—¿En líneas generales, qué queda por hacer?

—Muchas cosas, por supuesto. La limpieza, evidentemente, sigue siendo un objetivo primordial. Espero que en 2017, con la nueva contrata, se note una gran mejoría, pero aun así, es justo recordar que los escombros, los chicles y las botellas no nacen en el suelo. Si exigimos un Sant Antoni bien limpio, todo el mundo tendrá que poner de su parte. Otro asunto que preocupa y mucho es el del tendido de es Fornàs. En esto los vecinos saben que tienen al Ayuntamiento de su parte y que haremos lo poco o mucho que esté en nuestra mano por modificar ese proyecto. Supongo que los próximos meses serán intensos.

—Se comprometió a intentar cambiar el modelo turístico de Sant Antoni, ¿se están tomando medidas para conseguirlo?

—Encargamos un plan estratégico 2016-2030 que está casi listo y a punto de presentarse. Para su elaboración se ha tenido en cuenta a los diferentes sectores y colectivos con representación en el municipio, porque ha de ser un documento en el que todos se vean reflejados para que tenga larga vida y no expire con un cambio de gobierno. Ese plan debe sentar las bases no sólo para un cambio turístico sino urbanístico, de movilidad… Lo cierto es que somos optimistas porque ha habido una gran implicación por parte de todo el mundo.

—¿Un deseo de futuro para Sant Antoni?

—Que alcance un aspecto y modo de vida del que todos los vecinos se sientan orgullosos.