Sol y buen rollo en la festividad de Sant Josep. Mientras el obispo de la diócesis, Vicente Juan Segura, subrayó la «generosidad» de los josepins -algo que, dijo, reflejan las cuentas de Manos Unidas, Cáritas y la propia parroquia-, el párroco, Josep Lluís Mollà, comentó durante la misa en honor al santo patrón que es un cura afortunado: «Cuando en el bar de al lado me preguntan si quiero jugar a la lotería, les respondo que a mí ya me ha tocado la Primitiva siendo el párroco de Sant Josep. Y con es Cubells, el Bote», dijo, a lo que siguió una inusual y larga ovación y aplausos de los feligreses, que le recompensaban así del calvario padecido antaño. Mollà coincidió con el obispo en que sus parroquianos «son gente de bon tarannà, que dicen en Cataluña».

Con seis filas de políticos y fuerzas vivas frente al púlpito, Mollà sacó pecho. Primero, para presumir de que en el templo «todo está listo, de punta en blanco» gracias a los laboriosos obreros de la parroquia. Segundo, para dar ejemplo de autogestión: «Atención, políticos: todas las obras realizadas en la iglesia están completamente pagadas», dijo con sorna. Por ejemplo, las de la Capella Fonda, donde se celebró la primera misa el 15 de agosto de 1729 y que fue recuperada al culto en noviembre. Faltan «cosas por arreglar», admitió Mollà, «pero en un par de años se acaba lo que queda», que no es poco. Por ejemplo, arreglar un par de capillas.

Seguro que de esos consejos relativos a la gestión tomó nota el conseller balear de Hacienda, el ibicenco José Vicente Marí Bosó, que ejerció de representante del Govern balear y que, a tenor de sus ojeras, las debe pasar canutas para cuadrar las cuentas de la Comunitat. Bosó se sentó al lado del presidente del Consell, Vicent Serra, que dio la paz con un apretón de manos al alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, colocado justo detrás.

Porque ayer había pleno de políticos. Detrás del obispo, el clero y las ocho imágenes sacadas en procesión calle Pere Escanellas abajo (hasta la altura del Consistorio), calle Pere Escanellas arriba, iban 38 políticos y miembros de las fuerzas de seguridad del Estado. Había más, la mayoría progresistas, que prefirieron presenciarlo todo desde la barrera. Ya hubiera querido el director insular de la Administración General del Estado, Rafael García Vila, ayer presente, que el día de la Constitución le hubieran acompañado tantos ediles, consellers (estaban el de Economía, Álex Minchiotti; la de Medio Ambiente, Josefa Costa; el de Industria, Vicent Roig), y alcaldes (solo se ausentó el de Sant Joan). No faltaron el senador José Sala, la delegada de Educación, Belén Torres, ni la diputada socialista Pilar Costa.

Mientras sacaban en procesión las imágenes, Pep des Canal d´en March repicaba a mano la campana del templo, justo debajo de sus 600 kilos, golpeando con fuerza el badajo contra el anillo sonoro, sin tapones y sin una cuerda que le permitiera mantener una distancia de seguridad auditiva. Para volverse sordo.