Los 20.000 hinchas de Brasil que llenaron la Fan Fest montada por la FIFA en Río de Janeiro para conmemorar la que se esperaba fuese la clasificación a la final del Mundial comenzaron a abandonar el recinto antes de que terminara el primer tiempo de la más humillante derrota de Brasil en mundiales.

Al final del partido pocos eran los que quedaban en el espacio festivo de la FIFA en la famosa playa de Copacabana, entristecido aún más por el frío y la lluvia que castigó a Río de Janeiro, y los resistentes no tenían cómo esconder el llanto y la vergüenza de sus caras.

Algunos arrojaron sus camisetas verde-amarillas al piso, en donde también quedaron las banderitas y toda la decoración, y lloraron abiertamente, en tanto que otros escondían la frustración con comentarios irónicos y hasta burlones sobre la goleada, y hasta chistes miles de veces reiterados en las redes sociales sobre la patética situación.

Las reacciones a la histórica goleada por 7-1 fueron las más variadas, desde los que rezaban a la espera de un milagro, los que se sentían mal y tenían que ser trasladados a la enfermería y los que se sumaron a los gritos de "olé" con que los propios brasileños animaron a los alemanes en el Mineirao al final del partido. La policía tuvo que intervenir en algunos conatos de pelea de los más exaltados.

"Nos vamos. Es la mayor humillación que hemos sufrido en toda la historia", afirmó Federico, un adolescente al que la lluvia y las lágrimas destiñeron las pinturas verde y amarilla con que decoraba su cara y que huyó de la Fan Fest de Copacabana antes de que comenzara el segundo tiempo.

En un país que incluso en una de sus letras más icónicas de carnaval considera que "la tristeza no tiene fin y la felicidad sí" la frustración dejada por una goleada histórica parece darle toda la razón a la música.

Y esa tristeza permanecerá por lo menos hasta el sábado, cuando Brasil tendrá que disputar el partido por el tercer lugar en el Mundial en que aspiraba a conquistar su sexto título.