Los comerciantes del Mercat Vell de Ibiza reciben durante el verano a un tipo de visitante fácil de identificar: el turista fotógrafo. Es habitual ver a esta subespecie de veraneante merodeando por los alrededores del mercado, ya que su proceder es siempre el mismo: compran poco, tocan mucho y utilizan las instalaciones como marco para sus imágenes. Para sobrevivir en su hábitat natural solo necesita una cámara de fotos y un bonito fondo, como el imponente recinto del viejo mercado.

«Los turistas que vienen por aquí siempre tienen una actitud parecida. Compran algunas piezas de fruta que pueden ir comiendo mientras pasean, aunque la mayoría son mirones», asegura José Guasch, que se encarga estos días del puesto de su padre. «No vivimos de las ventas a los turistas. Tenemos a los residentes, que son los que vienen a comprar regularmente», añade.

El poder de la unión

Rodeando la plaza se encuentran pequeños puestos de artesanos en los que hay prácticamente de todo: bolsos, collares, recuerdos de Ibiza, pinturas, incienso€ Pero son pocos los turistas que sacan la billetera de sus bolsillos.

A pesar de esto, no todos los vendedores son pesimistas. Rubén, que vende artículos de cuero, se muestra relativamente satisfecho: «Cada año las ventas son peores que las de la temporada anterior. Este puesto es el que mejor me va de todos los que tengo durante la semana [enumera la lista de lugares y mercados en los que vende].

Supongo que los comercios que hay por los alrededores ayudan a que venga un público muy variado. En cambio, en otros mercadillos, como el de Platja d´en Bossa, hay mucha gente joven y la mayoría llevan el dinero justo», asegura.

La gente abarrota las terrazas de los bares situados en los alrededores de la plaza, pero pocos buscan con verdadero interés algún artículo entre la diversidad de objetos expuestos. Desde el interior, entre frutas, verduras y hortalizas, se escapan las risas de los comerciantes que charlan entre ellos. Alguno interrumpe el coloquio para despachar a un cliente que desaparece rápidamente en dirección al paseo de Vara de Rey. En la bolsa lleva dos melocotones y una pera: «Me gusta mucho la fruta y, al ver tanta junta, me ha entrado hambre, así que no he podido evitar comprar algo», afirma Mayte, que visita la ciudad con un grupo de amigas.

Un escondite de pimientos

Es complicado ver a Pepita en el mercado pues se esconde tras el mostrador, entre una balanza, tomates, pimientos y un sinfín de verduras. No duda en enfatizar que la temporada aún es «peor» que la anterior: «Los primeros 15 días de agosto fueron buenos, pero, en general, este año es más malo. La gente parece que se alimenta mirando la fruta€ Lo único que hacen son fotos. Paseando ves a muchas personas, pero se nota que llevan poco dinero», asegura mientras, a pocos metros de su puesto, una turista hace equilibrios sobre una pierna para que su marido la inmortalice junto al mercado.

Del cuello de Aarón cuelga una cámara de fotos con un gran objetivo que congela, a golpe de dedo índice, todo lo que desea. Él sí ha comprado. «Me llevo un recuerdo de todos los lugares que visito. Ya tenía algo de Ibiza, pero me ha gustado mucho este bolso y lo he comprado para regalárselo a mi mujer», afirma mientras saca el artículo de una pequeña bolsa de plástico. Su chica está en una farmacia cercana y ha decidido darle «una pequeña sorpresa» con un regalo.

Para sumar más desazón a la complicada situación económica, los comerciantes siguen lidiando con una reivindicación que parece eterna. «Cuando abrimos por la mañana tenemos que limpiar la suciedad de por la noche», denuncia José desde su puesto. Este comerciante cree que el problema se debe a que hay «poco control».

Asegura que quienes se cuelan en las instalaciones en horario nocturno es gente del barrio.

Pepita insiste un poco más en la situación: «La policía pasa por la noche y no se para, aunque sabe perfectamente que están aquí dentro. Nos sentimos un poco abandonados». Esta vendedora critica que siempre reciben las mismas respuestas por parte del Ayuntamiento de Ibiza cuando denuncian esta situación: «Nos dicen que lo están intentando solucionar€ Pero llevamos mucho tiempo aguantando».