No hace falta que Jesse Davis tenga su saxo alto entre las manos para saber que ése es su instrumento. Lleva uno, pequeño, de oro, en su oreja izquierda. Sentado en el balcón del hotel en el que se aloja, duda sobre si ha estado alguna otra vez en Ibiza. Juraría que sí, pero no puede asegurarlo, confiesa antes de explotar en una de esas risas con las que aliña su conversación. Habla pausado, mirando siempre a los ojos y encadenando un cigarro tras otro.

€Nació en Nueva Orleans, ¿no podía ser otra cosa que músico?

€Los de mi generación no. En mis primeros recuerdos, de niño, siempre había música en algún sitio. En el barrio, en la calle, especialmente viernes y sábado, siempre oías música saliendo de cada casa. La música es una gran parte de la cultura en Nueva Orleans. Todos queríamos instrumentos, todos los niños se los pedíamos a nuestros padres y salíamos a la calle a tocar.

€¿Los consideraban juguetes?

€No, simplemente intentábamos emular a las bandas. La atmósfera y el ambiente, te llevaban a la música. Eso, aunque en menor grado, sigue siendo así.

€¿Ha cambiado mucho?

€Bueno, el mundo ha cambiado, la cultura es muy diferente. Mi generación era especial, es la última que realmente tenía un sentido de la cultura tradicional. Ahora el mundo es más pequeño, hay una cultura mundial. La música y todo lo que decimos, llevamos, comemos y bebemos es universal. Nosotros podíamos intercambiar información. Ahora no. Pero Nueva Orleans sigue siendo igual. Cuando vuelvo a casa sigo viendo muchos chavales tocando y bailando en el barrio francés, en la calle. El espíritu festivo sigue estando ahí.

€¿Siempre fue el saxo?

€Más o menos. Yo quería ser futbolista, tenía diez años, estaba jugando con unos amigos y me rompí la clavícula. Estuve tres semanas inmovilizado. Echaba de menos estar en el Mardi Grass, así que mi hermano, que tocaba la tuba, decidió enseñarme música. Mientras no podía moverme me enseñó solfeo y, cuando me quitaron la escayola, trajo una batería y unas baquetas a casa. [Toca una batería imaginaria] Pero aquello no era para mí. Se la llevó y volvió con una trompeta. ¡Me encantaba la trompeta! El sonido, tocarla€ Pero había algo que no acababa de encajar. Así que se la llevó y trajo un saxo alto. Recuerdo el momento de abrir la caja, el olor del viejo instrumento€ No se me olvida. Desde ese momento, para mí, siempre ha sido el saxo alto.

€Charlie Parker fue uno de sus ídolos. ¿Le hubiera gustado escucharle en directo?

€Me hubiera encantado. Hubiera sido grandísimo. Él fue mi primera influencia. Hasta él, ninguno de los que escuchaba me había llegado realmente. Pero oí a Charlie Parker y sentí lo que él sentía en ese momento. Es el primer músico que me habló con profundidad.

€¿Qué tenía él que no tienen otros?

€Para mí, básicamente, el espíritu de su sonido. Todos los músicos tienen un espíritu diferente en su sonido. El suyo era muy fuerte, extremadamente bonito y expresivo. Iba directo a tu interior. Te penetraba. También que él inició una nueva forma de escuchar música, un nuevo estilo de tocar el saxo y, en general, un modo diferente de acercarse al jazz. Lo que más separa a Bird del resto es cómo habla con el instrumento. Lo hace diferente. El espíritu de su sonido es lo que hace diferente a un músico y cuando digo espíritu quiero decir algo extra que no viene con el saxo cuando lo compras. Es algo más, algo que te lleva, que llama tu atención y que te deja saber cómo y por qué el músico se expresa como lo hace. Parker fue un genio en todos los aspectos. Él ya nació así, en las grabaciones de cuando tenía 17 años ya se puede escuchar el germen de lo que iba a ser en el futuro. Era alucinante desde el principio. Absorbía todo lo que estaba pasando en Kansas y en Nueva York en ese momento y lo incorporaba a su música.

€Dice que el espíritu del sonido de cada músico es diferente. ¿Cómo es el suyo?

€Me gusta cantar con el saxo, las melodías. Me gusta lo bonito, la belleza. Hay algo extra en la música, aprendí que eso existía escuchando a Charlie Parker.

€¿Se puede luchar contra el espíritu de su propia música?

€Puedes luchar si escoges hacerlo, pero entonces tu instrumento puede ser un arma de destrucción. En el jazz, cuando improvisamos, improvisamos juntos, y la comunicación es muy importante. Hacemos esto gracias a una lengua común, una base, que todos entendemos. Encima de eso pones ideas, desarrollas, y ahí vuelcas tu espíritu. A veces el espíritu se rompe y, si los músicos tienen experiencia, saben salvar el momento. Debes levantar los brazos y que cada uno vaya por su camino.

€Nació y se formó en América, pero ahora vive en Europa. ¿Hay una manera diferente de entender la música en los dos continentes?

€Sí, muy clara. En América, por ejemplo, hay mucha gente que nunca ha estado en España pero adora el flamenco. He estado en Sevilla y ahora sé que si no lo ves, si no estás en la habitación, te pierdes algo. Necesitas ver la pasión, la expresión de la cara€ Me hace llorar. En el fondo, es música. Las mismas notas, las mismas escalas que en la música del Oeste, pero hay algo que no puedes mostrar igual, eso es la cultura. Hay una manera diferente de entender la música, pero las bases son las mismas.

€¿Es difícil encontrar el sonido propio?

€Es difícil encontrar tu propio sonido, muy difícil, pero cuando entiendes que no tienes que encontrarlo, que siempre ha estado dentro de ti, entonces es fácil. El sonido está ahí, pero muchos músicos cometemos el error de buscarlo y lo que sale es algo diferente de lo que buscamos. No lo queremos, queremos sonar como alguien en concreto. Entonces te das cuenta de que lo que te sale de forma natural es lo que eres. Es lo que me pasó a mí. Yo quería sonar como Charlie Parker, gasté muchas horas intentándolo, pero no me salía bien. Un día empecé a tocar, sin pensar en sonar como nadie, y tuve que reconocer que me gustaba mucho cómo sonaba. Así que lo que debía hacer era practicar esas cosas que me gustaban y que salían de forma natural. Es como la voz. La voz es la razón por la que los cantantes suenan diferentes. Nadie puede sentirse como tú, por eso suenas distinto. Además, tu oído interno entiende los sonidos con los que te identificas. Es una batalla perdida forzar un sonido. Debe ser más natural.

€¿Cómo se da cuenta de que no debe buscar su sonido sino aceptar el que ya tiene?

€Con la experiencia, trabajando mucho durante mucho tiempo, con una disciplina de estudio y siendo introspectivo, viajando a tu interior para intentar entender quién eres como músico y como persona. Ahí está la clave. Debes saber por qué la gente pagará dinero por oírte tocar a ti y no a otro. Intento ser muy introspectivo, el universo que hay dentro de cada uno de nosotros es increíble, hay tanta información en nuestro interior para estudiar y ser entendida€ Lo más importante para un músico es la habilidad de ver en tu interior.

€¿El sonido de un músico está más relacionado con el ser humano que es que con el músico que es?

€Totalmente. Cuando tocas la batería por primera vez, por ejemplo, muy pocos la tocan igual a no ser que lo intenten. Si a cuatro niños les das unas baquetas, les pides que toquen y nunca han oído a nadie, cada uno tocará diferente. Aporrearán de formas diferentes. El sonido es lo que tú aportas a la música, no es hasta que eres viejo e influenciable que quieres tocar como otros.

€Dice que le importa la belleza. ¿Qué hace bonito un tema?

€El deseo de expresar lo que sientes. Hay muchos que tienen miedo de mostrar cómo se sienten. Temen que les digan que son malos, raros, normales€ La belleza en el arte llega cuando el artista no tiene miedo de abrirse, de decir ´así es como me siento´. Cualquier cosa puede ser bella, incluso si no es armoniosa o suena demasiado intensa€

€¿Se puede ser buen músico sin sentir pasión por la música?

€Sí.

€¿Ha dicho que sí?

€Sí, se puede ser un buen músico sin pasión, pero si quieres ser un gran artista, entonces necesitas toda tu pasión. Debe ser una parte importante de tu vida. El arte te exige el cien por cien de ti mismo, te exige todo. Necesitas encontrar un equilibrio. Además, no debes tocar igual para todos los públicos, cada uno es diferente, la energía es diferente. Debes estar atento al momento.

€En invierno dijo que quería iniciar su propio proyecto, solo usted, sin homenajes. ¿Está en ello?

€Sí, siempre estoy en ello. Incluso ahora, mientras hablamos, hay música rondando en mi cabeza. Lo que quería decir es que necesitaba ser natural, sincero conmigo mismo. Si no vas a ser sincero contigo, no lo hagas, dedícate a otra cosa. Ese proyecto del que hablaba lo hice en Nueva York el pasado noviembre, no salió exactamente como lo imaginé, pero hubo otras sorpresas. Soy músico, y eso significa seguir dándole vueltas a esa idea. Siempre tengo la cabeza en marcha.

€¿Y qué tiene en mente ahora?

€Sigo intentando explorar lo que hay dentro de mí y relacionar eso con la música. Ese proyecto, el de aquel concierto en Nueva York, sigue abierto. Estará abierto siempre. Debe ser así.

€Hizo de actor en la película ´Kansas City´, de Robert Altman.

€No sé si decir que actué, tenía una frase. Practiqué y practiqué y, cuando llegó el momento, salió como quiso, no tenía nada que ver con lo que había ensayado.

€Vaya, que da por concluida su carrera como actor.

€No, si surge la oportunidad€ Actuar está muy cerca de la música. Todo es arte y el proceso es lo mismo. El arte consiste en entender quién eres y cómo encajas en el mundo. Pienso que en la actuación el 50% es naturalidad, cómo miras a la cámara y que esta te quiera. Y no hablo de ser guapo o feo, si no de que la cámara te trate bien. El resto hay que pulirlo. Cuando acabamos, Robert y su mujer vinieron a verme al hotel y me dijeron que era muy fotogénico. Les pregunté cuánto dinero debía pagarles por aquel comentario porque no me lo creía. Fue bonito. Pero hay otro 50%. Piensa en Laurence Olivier. Ves sus películas y tienes que obligarte a pensar que es Laurence Olivier, siempre es tan natural que crees más al personaje que al actor. No sé que haré. No sé si tengo esa habilidad, pero es un dinero divertido.

€Cuando su hermano le regaló su primer saxo, ¿supo en ese momento que sería su medio de vida?

€En ese momento descubrí cómo olía, cómo lo sentía en las manos, lo montamos, me puse la correa, puse mis dedos encima€ Supe que era lo que quería hacer, pero fue más tarde, siete años después, cuando tenía 17, cuando entendí que sería mi vida. Un día estaba tocando en la Escuela de Arte de Nueva Orleans, cerré los ojos y me sentí genial. Fue la primera vez que realmente sentí algo, como si la música me estuviera atrapando. En ese momento decidí que quería ser músico.