A Najwa Nimri le gustaría parar pero no puede. El ambiente que la rodea la impulsa a seguir creando, componiendo, escribiendo canciones. Llega a Ibiza justo para la prueba de sonido en la discoteca Space, donde ayer por la noche presentaba su nuevo disco, ´Donde rugen los volcanes´, el quinto en solitario, sin Carlos Jean, con quien alumbró seis álbumes. Najwa conoce bien las Pitiusas. Formentera fue su casa durante el rodaje de ´Lucía y el sexo´, película que le valió una candidatura al Goya a mejor actriz de reparto y ahora Ibiza será el escenario del segundo videoclip del nuevo disco, que grabará con su amigo Virgili Jubero los próximos días.

—¿De dónde viene el título del álbum, ´Donde rugen los volcanes?

—Es algo que me cuenta un amigo en plena borrachera. Me dice que la manera de conectar la Tierra y el Sol, el stargate, es un volcán. Si quieres salir de este planeta y llegar al sol debes hacerlo a través de un volcán. De ahí sale el nombre.

—¿Se acordó al día siguiente?

—Sí, habitualmente hablamos de este tipo de cosas y habitualmente estamos borrachos [ríe].

—Dicen que las canciones de este álbum son frías y distantes.

—No lo he dicho yo, sale de una nota de prensa que escribió uno de mis mánagers y que no se corresponde para nada con lo que quiero expresar. Ahora tengo que andar explicándolo, como una boba. ¿A quién se le ocurre decir que las canciones son canciones frías y distantes?

—¿Entonces, cómo son?

—Pues no lo sé, canciones electrónicas que hablan de€ [Piensa] No sé. Son como un libro de ciencia ficción. Sueltas un poco la imaginación y haces un disco con unas letras sobre lo que te apetece contar, sobre lo que te gusta imaginar, que están acompañadas por un universo sonoro propio. No tengo ni idea de qué más puedo decir, más allá de que es un disco electrónico.

—Siendo electrónico presentarlo en una discoteca es algo lógico.

—Lo hemos presentado en pubs, en garitos. No es un espectáculo para teatros. El otro día probamos en un teatro y estuvo muy bien, pero la gente se acabó levantando y bailando. No era el formato, no era lo suyo. Este disco no es ruido de masas ni bombo en negras todo el rato, se pretende otra cosa. Pero hay momentos de baile y cabe en Space perfectamente.

—Durante la gira de presentación en algunos lugares hará también de ´dj´. ¿Se colará en la cabina de la discoteca ibicenca?

—Seguramente pincharemos muy pronto a Ibiza. Lo de dj últimamente está muy relacionado con las celebrities y no me considero ni dj ni celebrity. Siempre pincho con alguien, una persona que técnicamente controla mil veces más que yo y que me ayuda. Pretendo que no se me vea mucho en la cabina, me preocupa más cuál es el estado de ánimo que queremos causar con la sesión. Me gustaría ir a Ibiza con Óscar Monzón, un tipo que me ha dado muchas pautas para el álbum y que está metido en el techno. Si pinchamos, pincharemos techno. No soy una celebrity metida a dj, me gustaría que eso quedara claro. Hace tiempo me ofrecían hacer de dj cuatro veces por semana y nunca acepté. Jamás. Ahora lo hago porque el techno está entrando de forma importante en mi vida otra vez, porque hago música electrónica. No es que me dedique a no se sabe qué y algunas veces me pongo en la cabina con un vestido de no sé quién. No. Esa es una opción como otra cualquiera, pero yo lo hago porque me dedico es a esto, mi trabajo tiene que ver con estar detrás del ordenador y de las máquinas. Aunque procuro tocarlas lo menos posible, es verdad.

—¿Y eso?

—Es que el techno me tumba, sinceramente. Es lo único que puede conmigo. Acaba derrotándome. Estos días estamos ensayando la próxima sesión de dj, pensamos qué hacer, empezamos a meter potencia y acabo tumbada, noqueada en el suelo. Además, en Madrid hace un calor insoportable. Estar en julio, en Madrid preparando un show es la peor idea que se te puede pasar por la cabeza. El peor plan posible. Y eso es lo que andamos haciendo todo el día.

—¿Cansa más que el estudio o un día de rodaje?

—Hacer música es a lo que me dedico, rodar lo hago muy de vez en cuando.

—Lo de la «hipnosis patada», ¿es cosa suya o del mánager?

—Eso es mío. La hipnosis-patada se provoca de forma más clara en una sesión de dj, es intentar que la gente entre contigo en algo para, después, despertarla. Los tecnotranceros te llevan a ese estado.

—¿Hace falta alguien que duerma y despierte a la sociedad?

—No tengo ni idea de lo que hace falta, pero hipnotizados ya estamos. Supongo que lo que necesitamos es despertar.

—Este verano vive centrada en la promoción del disco. ¿Cómo combina la música y el cine?

—Hoy en día es superfácil porque casi no hay cine€ Te dedicas a la música y, si hay cine, haces música, música, música y uno, dos o tres meses, ruedas una película. Es muy sencillo. Me podría inventar una complicación, pero nunca ha existido. Hubo un momento en el que hacía películas con mucha promoción, porque lo que menos cuesta es rodar la película, lo que cuesta es la promoción, es lo que más tiempo te quita. Eso era lo que más me costaba entonces.

—¿La música está mejor que el cine en estos momentos?

—[Piensa] En mi caso, puedo estar en el mundo de la música y vivir de ello. Y un tiempo largo ya. Creo que el cine está peor, aunque la música no creo que tampoco esté muy bien. Oigo a muchos compañeros decir que no lo están pasando bien. Ibiza es un mundo aparte. Hay público de todo el mundo. Es una especie de islita, no solo en el aspecto geográfico. A mí no me toca tanto esta situación porque nunca dependí de ayuntamientos ni subvenciones. Noto la caída, obviamente, pero me mantengo en ese sitio particular que nunca fue muy grande, pero que nunca acaba de ser pequeño del todo. Es lo bueno que tiene mantenerse en un sitio así, que ni demasiado ni nada, puedes seguir trabajando.

—Leonor Watling dice que le ha costado que la tomen en serio como cantante porque la gente la ha conocido antes como actriz. ¿Le ha pasado?

—En su caso, su primer disco vino después de la película de Almodóvar, después de años actuando. Mi primer disco lo saqué a la vez que hice ´Salto al vacío´, una película minoritaria, pero no di directos. Luego vinieron las películas de éxito. Mi carrera musical empezó a la vez que la del cine. Ha ido muy poco a poco. Pero no di directos hasta mucho más tarde.

—¿Y eso?

—Cada uno hace su camino y ese ha sido el mío.

—Comenzó con el soul. ¿Cómo se pasa de ahí a la electrónica?

—Empecé como corista de una banda de soul. El cambio es muy fácil. Tienes 18 años, quieres cantar, cantas lo que has escuchado y estás harta de imitar a Aretha Franklin sobre todo porque tu timbre de voz no es el de Aretha Franklin, sino muchas octavas más bajo. Llega un momento en que piensas que te gustaría cantar con tu voz, probar un estilo en el que tu voz quepa, bajo, donde no tengas que falsear las notas. Encontré a una persona gracias a Carlos Subterfuge que estaba jugando ya con las bases y comencé a cantar con mi timbre. Ahí empezó todo. No es un salto, nadie te lleva de la mano y te dice ´estas son las canciones que vas a cantar, esto es lo que vas a hacer, así vamos a llevar tu carrera´. No estamos en América, estamos en España, y aquí, a no ser que salgas de 'Operación Triunfo', todo lo haces tú, con tus manitas.

—La Najwa Nimri que sube a un escenario es diferente de la que se pone delante de una cámara.

—Sí, y de la que pasa tiempo con su hijo y de la que está con su novio o con su abuela. Cambio en función de a quién tenga enfrente. Soy diferente todo el rato. Cada día tengo una careta nueva.

—Este es su segundo álbum en español, ¿las canciones son diferentes en función del idioma en el que compone?

—Cantar en castellano me ha costado tiempo. En los conciertos me arranco en inglés, en árabe, en cualquier idioma€ Hablo todos los idiomas mal. Me expreso como me sale y a la hora de escribir no lo hago desde la emoción, sino buscando palabras que me provoquen algo. Puedo hacer letras terriblemente emotivas, sobre lo que para mí es inspirador, sobre lo que me despierta.

—¿Siente la necesidad de dejar lo que está haciendo para escribir una idea? Plasmar algo cuando está en el bar, con su niño o viendo la tele, por ejemplo.

—Estar en el bar, pasear con mi niño o ver la tele son tres cosas que hace mucho tiempo que no hago. Mi niño está con mi madre, buceando. Voy apuntando. Ahora no tengo iPhone y es terrible, tengo Android y se me dan muy mal la grabadora y la agenda, pero suelo estar constantemente apuntando.

—¿Papel y boli?

—Lo que tenga a mano, pero el iPhone lo usaba mucho. La grabadora de cualquier teléfono, en realidad, aunque sea un Nokia antiguo. Pero la grabadora del iPhone estaba bien, la tenía muy bien almacenada. Pero lo perdí, me lo robaron, y estoy ahora con Android, que no sé cómo manejarlo.

—¿Habrá una nueva edición de NajwaJean?

—No tengo ni idea. Carlos se ha ido por otra vereda, está muy ubicado, donde quería estar, en un sitio que le viene como anillo al dedo y sacar el tiempo que a mí me gusta tener para configurar un disco no sé si lo tendrá ahora mismo. En un futuro no lo sé, pero ahora, no lo creo.

—¿Qué música lleva encima?

—Todo tipo de hélices y ruido de cualquier tipo que pinche habitualmente. Estoy oyendo techno, techno y techno.

—¿Es lo que le pide el cuerpo?

—No, estoy empezando a estar harta porque llevo tres días preparando una sesión. Me lo estoy tomando más en serio. Para Óscar es diferente, controla más los temas. Yo los escucho una y otra vez y acabo desquiciada.

—Tiene dos películas pendientes de estreno. ¿Hay fecha?

—Si, ´The wine of summer´ y ´10.000 noches a ninguna parte´, que Ramón Salazar está montando una y otra vez. Es una película que demuestra que se puede hacer una cinta sin dinero y que con talento, si tienes la necesidad de contar algo, lo cuentas. No hace falta tanto. Supongo que se estrenará este año.

—Actriz, escribe letras€ ¿El próximo paso es escribir un guión?

—No, puedo dar ideas y decir lo que pienso, pero sentarme a escribir un guión no. Esa concentración no la tengo. La tengo para componer cosas cortitas, para lo mío, para las canciones, pero un guión es otra forma de concebir y hay que saber unas cosas que no sé. He estado delante de las cámaras y no me interesa estar detrás.

—¿Va a tener tiempo de vacaciones en Ibiza?

—Vamos a estar cinco días rodando ahí el nuevo videoclip, el de ´Somos su nuevo invitado´. Algo muy improvisado con Virgili Jubero. Vamos a irnos a las rocas, a un paisaje lunar. Hemos localizado a un tipo que quiere encargarse del pelo y otro que nos dejará trajes, ha habido un montón de gente que se ha revolucionado. Me voy a poner de muñeco y haré lo que Virgili me diga. Veremos lo que sale. Si nos gusta, lo sacaremos y si no, pues no.

—El primero lo grabaron en Lanzarote. Va de isla en isla.

—Sí, es que Virgili está aquí. Vive en París, pero este verano trabaja en la isla. Le dije que iba a la isla, le pregunté si hacíamos algo y se le disparó la cabeza. Me habló de motos de agua y de paisajes como la luna. Voy a ciegas, como siempre. No pretendemos hacer vídeos que se alejen de lo que somos, simplemente nos lo pasamos bien.

—En plena promoción de ´Donde rugen los volcanes´, ¿piensa ya en canciones para el próximo disco?

—Sí, estoy ya en ello. Estoy rodeada de gente que está todo el día currando en cosas creativas, quiero parar y no me dejan. Estoy ya dándole vueltas a la cabeza. Parece que la escasez actual ha activado las cabezas. Hay algo bello surgiendo de la sequía. La imaginación lo supera todo.

—¿Pero lo que surge no es muy triste?

—No, todo lo contrario. Es alentador. Hay que ser conscientes de la situación, pero, ¿qué hago? ¿me tiro por la ventana?

—Si no tiene alas mejor que no.

—Exacto, cuando estemos preparados para volar nos tiraremos por la ventana.